miércoles, 19 de marzo de 2014

Jonas Savimbi

Jonas Savimbi

Jonas Savimbi (Munhango, provincia de Bié, Angola 3 de agosto de 1934 - † Moxico, 22 de febrero de 2002) fue un político angoleño. Fue el fundador de UNITA, cuyo objetivo inicial era el de liberar Angola del dominio colonial portugués.
 
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Tras la caída de la dictadura portuguesa (1974), Savimbi y los otros dos dirigentes de la guerrilla, Agostinho Neto y Holden Roberto, firmaron con el presidente de Portugal los Acuerdos de Alvor (15 de enero de 1975) para la independencia de Angola y el establecimiento de un régimen democrático. Pero la situación sobre el terreno era muy favorable al Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA), de inspiración marxista, que se hizo con el poder en Luanda con apoyo soviético y cubano.
Frustrado en sus aspiraciones, Savimbi se replegó en su feudo natal, emulando la «larga marcha» de Mao, y con el acicate de Estados Unidos y Sudáfrica empezó las operaciones militares contra la petrodictadura comunista, como increpaba al régimen de Luanda. Los combates estallaron en marzo de 1976, inscritos en la matriz de la guerra fría, secuelas de un conflicto típico de la descolonización entre las élites locales que pugnaban por la conquista del poder y se negaban a compartirlo. La UNITA estableció su cuartel general en Jamba y recibió la ayuda militar de Estados Unidos, incluidos los misiles Stinger, a través de Zaire (actual República Democrática del Congo). 
Savimbi fue recibido en la Casa Blanca en 1986 por el presidente Ronald Reagan, quien lo condecoró como Luchador de la Libertad por enfrentarse a los 50.000 soldados cubanos que apoyaban al gobierno angoleño, pero que se retiraron, al mismo tiempo que cesaban los suministros soviéticos de armas, a cambio de que Sudáfrica concediera la independencia a Namibia, según un acuerdo patrocinado por la ONU (Nueva York, diciembre de 1988).
El ocaso de la guerra fría, la erosión del apartheid sudafricano y la apertura del régimen de Luanda crearon condiciones propicias para la negociación entre el gobierno y la guerrilla, bajo los auspicios del presidente zaireño, Mobutu. Los acuerdos de paz, firmados por Savimbi y Neto en Lisboa el 31 de mayo de 1991, permitieron la celebración de elecciones generales los días 29 y 30 de septiembre de 1992. Ante el triunfo abrumador del MPLA en la primera vuelta, aceptado por la ONU, la UNITA rechazó los resultados, y su líder huyó de Luanda, denunció el fraude y reanudó los combates desde Huambo.
El desastre en las urnas fue el gran fracaso de Savimbi, que no pudo transformar la relación de fuerzas militar en una victoria política. Seguro de sí mismo y de su visión etnonacionalista de la historia, que le incitaba a considerar a los mestizos del MPLA como una minoría con apoyo exterior, pero sin base electoral, logró algunos éxitos como jefe militar, pero nunca consiguió movilizar a la etnia mayoritaria, de la que se consideraba legítimo representante, en un movimiento político. Su campaña electoral tuvo tintes racistas, con referencias constantes al color de la piel y a la nomenclatura mestiza.
De la guerra civil al pacto de gobierno
La guerra civil se hizo más encarnizada. Las negociaciones de paz en Costa de Marfil desembocaron en un nuevo fiasco en 1993. La ONU impuso un embargo de armas y petróleo contra la UNITA y el presidente estadounidense Bill Clinton reconoció al gobierno de Luanda, lo que debilitó la posición de la guerrilla y forzó a Savimbi a asumir el acuerdo de paz de Lusaka (20 de noviembre de 1994), aunque no lo firmó personalmente. La UNITA aceptó de palabra el desarme de sus tropas y participó con once ministros en un gobierno de unión nacional (1996), pero su líder rechazó la vicepresidencia de la república y permaneció en su reducto de Huambo.
Ante la ferocidad de los combates, la ONU creó por consenso la Misión de Observación en Angola (MONUA), el 30 de junio de 1997, que trató de establecer una tregua. Cuatro meses después, tras varias escaramuzas, demoras y recriminaciones, la ONU sancionó a la UNITA por no respetar los acuerdos de paz y decretó el embargo de armas. En agosto del mismo año, la guerrilla dejó de colaborar con los países encargados de velar por el proceso de paz.
Con la UNITA hasta la muerte
Aislado internacionalmente, Savimbi se convirtió en un proscrito, cada vez más autoritario, acusado de perpetuar una sangrienta contienda inflamada por el petróleo y el tráfico de diamantes. El gobierno rompió el diálogo y promovió una resolución del Parlamento angoleño (27 de enero de 1999) que declaró al jefe guerrillero «criminal de guerra». 

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