viernes, 26 de abril de 2019

Antonio Vallejo-Nájera




Antonio Vallejo-Nájera Lobón1 (o Vallejo-Nágera) (Paredes de NavaPalencia1889 – Madrid25 de febrero de 1960) fue un médico español, primer catedrático numerario de Psiquiatría en la Universidad de Valladolid, conocido también como "el Mengele español" por sus teorías y su participación en las depuraciones del franquismo.2 Es el padre del también psiquiatra Juan Antonio Vallejo-Nágera.
Antonio Vallejo-Nájera
Como jefe de los Servicios Psiquiátricos Militares de la dictadura franquista, le fue encargado un estudio que demostrase la inferioridad mental de las personas de ideología marxista.5 Según Eduard Pons Prades en su obra Los niños republicanos (RBA, 2005), Antonio Vallejo-Nájera «dirigió, en 1938, un estudio sobre los prisioneros de guerra republicanos, para determinar qué malformación llevaba al marxismo. O sea: iba en busca del gen rojo». En estos estudios, Vallejo-Nájera afirma que las mujeres republicanas tenían muchos puntos de contacto con los niños y los animales y que cuando se rompen los frenos sociales son crueles por faltarles inhibiciones inteligentes y lógicas, además de tener sentimientos patológicos. Pons también afirma en su libro que Vallejo-Nájera pidió en otro de sus trabajos la creación del Cuerpo General de Inquisidores.
Para llevar a cabo el estudio, sometía a los prisioneros a distintos tests psicológicos cuando estos se encontraban ya al borde del colapso físico y mental. El equipo de Vallejo-Nágera contaba con dos médicos, un criminólogo y dos asesores científicos alemanes. Seleccionaron a sus sujetos clínicos entre dos grupos: uno de prisioneros miembros de las Brigadas Internacionales de San Pedro de Cardeña, y otro compuesto por 50 presas republicanas malagueñas, 30 de las cuales se encontraban a la espera de ejecución. El estudio de las mujeres, a partir de la premisa de que eran seres degenerados y, por tanto, proclives a la delincuencia marxista, sirvió al psiquiatra para explicar la "criminalidad revolucionaria femenina" en relación con la naturaleza animal de la psique femenina y el "marcado carácter sádico" que se desataba en las hembras cuando las circunstancias políticas les permitían "satisfacer sus apetencias sexuales latentes". Algunas de las conclusiones del estudio realizado por Vallejo-Nájera son las siguientes:
La idea de las íntimas relaciones entre marxismo e inferioridad mental ya la habíamos expuesto anteriormente en otros trabajos. La comprobación de nuestras hipótesis tiene enorme trascendencia político social, pues si militan en el marxismo de preferencia psicópatas antisociales, como es nuestra idea, la segregación de estos sujetos desde la infancia, podría liberar a la sociedad de plaga tan terrible.6
La inferioridad mental de los partidarios de la igualdad social y política o desafectos: «La perversidad de los regímenes democráticos favorecedores del resentimiento promociona a los fracasados sociales con políticas públicas, a diferencia de lo que sucede con los regímenes aristocráticos donde sólo triunfan socialmente los mejores».7
El imbécil social incluye a esa multitud de seres incultos, torpes, sugestionables, carentes de espontaneidad e iniciativa, que contribuyen a formar parte de la masa gregaria de las gentes anónimas.6
Además de argumentar las bases biológicas de las opciones políticas, sus textos contribuyeron a fomentar la idea de la inferioridad de las mujeres
A la mujer se le atrofia la inteligencia como las alas a las mariposas de la isla de Kerguelen, ya que su misión en el mundo no es la de luchar en la vida, sino acunar la descendencia de quien tiene que luchar por ella.8
Otras de sus conclusiones son:
La raza es espíritu. España es espíritu. La Hispanidad es espíritu... Por eso hemos de impregnarnos de Hispanidad... para comprender nuestras esencias raciales y diferenciar nuestra raza de las extrañas. Este espíritu lo definía como «militarismo social, que quiere decir orden, disciplina, sacrificio personal, puntualidad en el servicio, porque la redoma militar encierra esencias puras de virtudes sociales, fortaleza corporal y espiritual». Y para mejorar la raza era necesaria «la militarización de la escuela, de la Universidad, del taller, del café, del teatro, de todos los ámbitos sociales.
Su purificación de la raza incluía el resurgimiento de una Inquisición en contra de las personas que consideraba antipatrióticas, anticatólicas y antimilitares que corrompían la raza española. Afirmó que:
La parte del problema racial de España era que había demasiados Sanchos Panzas (físico redondeado, ventrudo, sensual y arribista), y pocos Don Quijotes (casto, austero, sobrio e idealista), personajes imbuidos en un militarismo, identificando la cultura militar como la máxima expresión de raza superior.9
Parte de su bibliografía y sus investigaciones están encaminadas a demostrar que el marxismo es una enfermedad mental, que existe un gen rojo que hace enfermar a las personas y que lo mejor es que los rojos no tengan hijos o, si los tienen, se les separe de sus padres», explica Montse Armengou. El comandante y psiquiatra Antonio Vallejo-Nájera (1889-1960) fue una de las figuras clave de la represión franquista en la posguerra porque la revistió de un manto seudocientífico.
El 23 de agosto de 1938 Franco autorizó la creación del Gabinete de Investigaciones Psicológicas, cuya finalidad era «investigar las raíces biopsíquicas del marxismo», tal y como le había demandado Vallejo-Nájera, que era un psiquiatra prestigioso desde los años veinte. Vinyes explica que resultó «decisivo» para desvelar el drama de los niños perdidos acceder a la documentación del gabinete de Vallejo-Nájera.
La autorización oficial para desarrollar sus teorías le llegó gracias a los contactos personales que mantenía tanto con Franco (su mujer era amiga de Carmen Polo) como con la Falange.
Para corroborar sus hipótesis preconcebidas, el militar estudió a 297 brigadistas internacionales encarcelados en Burgos y a 50 presas políticas recluidas en Málaga, y publicó los resultados en Biopsiquismo del fanatismo marxista, que demostrarían la inferioridad mental de los partidarios de la igualdad, social y política, la brutalidad de su fanatismo e incluso su fealdad. «Intentaba probar que el adversario era un infrahombre malvado y, a partir de ahí, todo está permitido contra él», explica Vinyes.
En su libro Eugenesia de la hispanidad y regeneración de la raza, Vallejo defendía la «eugenesia positiva», cuyo fin era «multiplicar los selectos y dejar que perezcan los débiles», que en su universo obsesivo eran los rojos, a quienes consideraba «individuos mentalmente inferiores y peligrosos en su maldad intrínseca». La dramática conclusión de sus teorías la expuso en La locura y la guerra: psicopatología de la guerra española, en el que abogaba por la separación de los hijos de los padres de los marxistas, pues «la segregación de estos sujetos desde la infancia podría liberar a la sociedad de una plaga tan temible».
Estas teorías se emplearon para justificar el secuestro de niños republicanos. Sus planteamientos, más ambientales que biológicos, postulaban que la raza era el resultado de un conjunto de valores culturales. Los valores que en España contenían los requisitos indispensables para la salud nacional eran jerárquicos, castrenses y patrióticos. Cualquier valor defendido por la República y la izquierda se consideraba hostil y había de erradicarse de inmediato. Obsesionado por lo que él llamaba "esta labor tan trascendente de higienización de nuestra raza", su modelo era la inquisición que en el pasado había protegido a España de doctrinas envenenadas. Reclamaba "una Inquisición modernizada, con otras orientaciones, fines, medios y organización; pero Inquisición". La salud de la raza exigía separar a los niños de sus madres "rojas".
Su colaboración activa con el régimen franquista y su cercanía a las teorías defendidas por sus contemporáneos al servicio de la Alemania nazi, ha provocado que gran parte de su obra haya quedado sumida en el olvido.

Fuente : wikipedia