domingo, 26 de junio de 2011

1807 SEGUNDA INVASIÓN INGLESA AL RÍO DE LA PLATA: BUENOS AIRES VS INGLATERRA.


Tanto Buenos Aires como Montevideo seguían bloqueados por la flota inglesa, y todos esperaban un nuevo ataque. El gobierno inglés, entusiasmado por la fácil conquista de Buenos Aires e ignorando que la ciudad había sido reconquistada, había decidido mandar más tropas para tomar Chile también, mientras que otras fuerzas atacarían a México casi simultáneamente. Esta política guerrera triunfalista se había visto favorecida porque la victoria de Trafalgar había transformado a Inglaterra en reina de los mares.
Popham recibió refuerzos de la Ciudad del Cabo, cuando Beresford ya había capitulado, y el 29 de octubre tomó Maldonado y la Isla Gorriti. En enero de 1897 llegó el general Samuel Auchmuty con refuerzos y el 15 de ese mes intimó la rendición a Montevideo, Sobremonte se negó a entregar la plaza. Al día siguiente los ingleses comenzaron a desembarcar en la playa del Buceo. El virrey envió al coronel Allende para oponerse al desembarco. Pero una carga de parte de la infantería inglesa que estaba en tierra y un cañoneo de la flota de Popham dispersó a las fuerzas sin que el grueso de las tropas al mando de Sobremonte intervinieran. El 19 de enero Sobremonte decide atacar a los ingleses que ya habían desembarcado todos sus pertrechos. El virrey fue derrotado y los ingleses iniciaron el sitio de Montevideo. El general español Lecoq decide entonces salir de la ciudad fortificada y presentar batalla a los ingleses en campo abierto, los ingleses salieron victoriosos y desde Montevideo se pidió ayuda a Buenos Aires, el 1º de febrero el Coronel Arce logra entrar en Montevideo y Liniers se encontraba en Colonia esperando que Sobremonte le enviara los caballos que les había prometido para poder auxiliar a Montevideo. El 2 de febrero Montevideo fue tomado por asalto cayendo prisioneros Ruiz Huidobro, otros oficiales y toda la tropa, mientras Sobremonte volvía a huir.
Al enterarse de esto Liniers regresó a Buenos Aires y convocó a una Junta de Guerra. Allí se pide la destitución de Sobremonte y el Congreso General suspende a Sobremonte en todos sus cargos y ordenó su detención. Es detenido y allí se entera que el gobierno español lo había separado de su cargo el 28 de febrero debido a su conducta anterior. En Londres el comodoro Popham fue reprendido levemente por el gobierno debido a su desobediencia, en Londres veían esta toma como una apertura a nuevos mercados y una conquista del virreinato español, no querían liberar a las colonias españolas, sino incorporarlas a su creciente imperio británico.
Mientras tanto en el Río de la Plata, los oficiales británicos apresados gozaban de ciertas libertades, ya que habían jurado no escaparse ni luchar en contra de sus vencedores. Esto les permitió relacionarse y conversar libremente con la población local y fomentar entre ellos las presuntas ventajas que les traería eventualmente la independencia y la libertad de comercio.
Como se veía la inminencia de otra invasión, los oficiales ingleses fueron trasladados a Catamarca. Pero logran escapar, gracias a una traición de Saturnino Rodríguez Peña, el general Beresford y el coronel Pack con quienes Rodríguez Peña se fuga a Montevideo con la ayuda de Manuel Aniceto Padilla, tanto Padilla como Rodríguez Peña fueron recompensados con pensiones vitalicias de 1.500 pesos anuales.
El 26 de febrero Liniers rechazó un ultimátum de Auchmuty, en Londres ya se habían enterado de las noticias de la anterior capitulación de Beresford y por lo tanto desechó la conquista de Chile y de México, y decidió reconquistar Buenos Aires, y para esto manda al brigadier Craufurd con más tropas, la flota inglesa con 20 buques y 90 transportes, dominaba el Río de la Plata.
El general John Whitelocke estaba al frente de todas las tropas, era un hombre de poco carácter indeciso. El 24 de junio comienza el traslado de fuerzas inglesas desde Colonia y desembarcan en la Ensenada de Barragán, mientras tanto en Buenos Aires se nombra virrey interino a Liniers (quien más adelante le contaría a Napoleón como hizo para preparar la defensa de la ciudad y los ciudadanos para echar a los ingleses). La población de Buenos Aires donó todo el plomo y el estaño que tenían para hacer balas de fusil y de cañón y se colocaron baterías sobre el río al norte y sur de la ciudad.
Pero Liniers se comportó con ineptitud militar y el mérito militar le corresponde a Martín de Alzaga y al pueblo de Buenos Aires.
El 1º de Julio los hombres de Whitelocke estaban en Quilmes, Liniers sale a atacarlos y desatinadamente cruza el Riachuelo y despliega sus tropas en la margen sur, la vanguardia inglesa, mientras tanto, había llegado a los Corrales de Miserere y estableció allí su campamento. Liniers se entera de esto y vuelve a cruzar el Riachuelo y se dirige allí donde es derrotado, Liniers huye hacia la Chacrita de los Colegiales (actual Chacarita) y mandó pedir las condiciones para entregar la ciudad. Las tropas derrotadas vuelven a Buenos Aires y Alzaga mientras tanto había trabajado para organizar la defensa, armando a los civiles e incluso a los esclavos. Hizo cavar trincheras, distribuyó las fuerzas disponibles, ordenó llevar adoquines a las terrazas para usarlos como proyectiles.
El Cabildo, ignorante del pedido de capitulación de Liniers, rechazó el 3 de julio la intimación inglesa la que es rechazada. Whitelocke llegó a Miserere y desde allí mandó un nuevo pedido de rendición que fue rechazado por Liniers.
Whitelocke había decidido que contornearía la ciudad y la atacaría por el norte, con el apoyo de los barcos, pero Lewson Gower lo convenció y el 5 de julio ordenó atacar directamente desde Miserere. Las fuerzas divididas en 13 columnas debían avanzar a lo largo de las calle rectas, sin contestar el fuego de los defensores hasta llegar al fuerte y atacarlo todos juntos, en ese recorrido Whitelocke perdió la mitad de sus tropas, el 6 de julio Liniers le propone a Whitelocke la devolución de todos los prisioneros ingleses, incluso los del año anterior, si promete una evacuación total del Río de la Plata. El 7 de julio se firmó el armisticio.
Los ciudadanos y la milicia de Buenos Aires habían opuesto una tremenda resistencia a los invasores, según una descripción del propio Whitelocke, había fuego de metralla y de fusiles en todas las esquinas, fuego de mosquetería, granadas de mano, ladrillos y piedras lanzadas desde lo alto de todas las casas. Cada dueño de casa con sus negros defendía su morada y cada una de estas era en si misma una fortaleza, no encontraba el general Whitelocke un solo ejemplo en toda la historia que igualara a la defensa de Buenos Aires, donde todos los habitantes, libres o esclavos, combatieron con una pertinacia que no podía esperarse ni del entusiasmo religioso o patriótico, ni del odio más inveterado o implacable, además agregaba el general, "América del sur nunca será conquistada por Inglaterra, porque sus habitantes nos profesan un rencor increíble".
La capitulación concedida a los ingleses y redactada por Alzaga fue prudentemente generosa ya que en esos turbulentos tiempos el enemigo de hoy podía ser el aliado de mañana. Se convino en que los ingleses debían retirarse de Buenos Aires y de la Banda Oriental pero se les devolvieron todos los prisioneros. Por influencia de Alzaga, que además de patriota era buen comerciante, no se aceptó por inadmisible y enteramente contraria a las leyes de este país la pretensión de Whitelocke de que se permitiera la libre comercialización de las mercaderías inglesas desembarcadas en Montevideo cosa que Liniers había estado dispuesto a aceptar para que se resarcieran de la derrota causada por España.
El rencor hacia los ingleses referido por Whitelocke, existía realmente a nivel popular. Pero en los estratos sociales más altos muchos futuros dirigentes revolucionarios habían simpatizado francamente con los invasores. Los ingleses abandonaron Buenos Aires el 13 de julio, luego de una comida de despedida en el fuerte. Allí Liniers brindó por el rey de Inglaterra y los oficiales ingleses lo hicieron por el rey de España. El 7 de septiembre los ingleses salieron de Montevideo. Al llegar a Inglaterra Whitelocke fue enjuiciado y degradado en parte por su ineptitud y en parte para ser un chivo expiatorio que sirvió para justificar la derrota sufrida.
El Cabildo había reunido dos millones de pesos fuertes para la defensa y concedió pensiones vitalicias a las viudas y a los hijos de los muertos en combate. También se liberaron a los 70 esclavos que más se destacaron en la defensa de la ciudad.
Luego de la victoria obtenida Liniers se opuso a la disolución de los cuerpos criollos y las milicias se negaron a deponer las armas.
Producida la destitución de Sobremonte, Liniers fue nombrado, como ya se dijo, virrey interino y fue luego confirmado en el cargo. En un primer momento persistió el peligro de una tercera invasión inglesa, pero la entrada de tropas napoleónicas a España, y el consiguiente enfrentamiento franco-español derivaron en un acercamiento con Inglaterra que alejó el peligro de una invasión.
Como consecuencia del enfrentamiento franco-español, Liniers se volvió sospechoso, por ser francés, para algunos españoles. Esa sospecha aumentó cuando llegó a Buenos Aires el marqués de Sassenay, que era un emisario personal de Napoleón, para solicitar el reconocimiento de José I como rey de España. Liniers lo recibió en presencia de funcionarios del Cabildo y de la Audiencia. Las autoridades rechazaron las proposiciones y conminaron al enviado a abandonar la ciudad, ordenando su inmediato reembarco. Pero debido a razones climáticas tuvo que ser alojado en una habitación del Fuerte donde fue entrevistado por Liniers sin la presencia de testigos, pero esto provocó grandes sospechas entre los españoles. Liniers comenzó a tener oposición y se pidió su destitución a la junta de Sevilla, se produjeron varios enfrentamientos entre el virrey y algunos españoles, pero el virrey fue ayudado por elementos criollos entre los que se encontraba Saavedra. Pero finalmente Liniers fue reemplazado por Cisneros.
Estos sucesos marcarían definitivamente el ánimo de los patriotas, y llevaría a corto plazo a la búsqueda de la libertad. Las invasiones inglesas constituyeron un episodio fundamental, destinado a gravitar decididamente en los hechos futuros del Río de la Plata.

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