domingo, 26 de junio de 2011

1810-16 GUERRA DE INDEPENDENCIA DE ARGENTINA: ARGENTINA VS ESPAÑA


Los primeros pasos de la Revolución comenzaron a darse en reuniones clandestinas que llevaba adelante una sociedad secreta integrada, entre otros, por Nicolás Rodríguez Peña, Manuel Belgrano, Juan José Paso, Hipólito Vieytes, Agustín Donado, Manuel Alberti, Terrada, José Darragueira, Chiclana, Juan José Castelli, French, Beruti, Viamonte y Tomás Guido, a la que Cornelio Saavedra ofreció su contingente armado, los Patricios. El 15 de mayo, el Virrey Cisneros supo que la Junta de Cádiz estaba a punto de caer en manos francesas y el 18 de mayo, por medio de una Proclama expuso los hechos manifestando su voluntad de luchar por el rey Fernando y por la "libertad e independencia " de toda dominación extranjera.
Los criollos exigieron la reunión de un Cabildo Abierto para tratar la situación española.
Saavedra y Belgrano se reunieron con el alcalde de primer voto, Juan José Lezica, para que convocara, con anuencia de Cisneros, un Cabildo Abierto.
   20 de mayo de 1810  
Cisneros reunió a los jefes militares para pedir su apoyo, pero éstos se lo negaron. Entonces, los patriotas encomendaron a Castelli y Martín Rodríguez que le exigieran al Virrey la convocatoria a un Cabildo Abierto. Cisneros finalmente aceptó a convocar a los principales vecinos para tratar la situación.
   21 de mayo de 1810  
 Se convocó a 450 vecinos por medio de esquelas a participar del Cabildo Abierto del 22 de mayo.
  22 de mayo de 1810  
El escribano del Cabildo, Justo Nuñez aconsejó evitar toda innovación y acatar la autoridad del Virrey. El obispo de Buenos Aires, Benito de Lué y Riega sostuvo que aún en caso de una pérdida total de la Península, los españoles debían continuar gobernando en América. El doctor Juan José Castelli abogó por los derechos del pueblo de Buenos Aires para ejercer su soberanía y formar un nuevo gobierno en el cautiverio de Fernando VII y la disolución de la Junta Central de Sevilla.
Ruiz Huidobro, en nombre de algunos grupos militares, sostuvo que Cisneros debía cesar en el mando por haber caducado la autoridad que lo nombró. El Cabildo debía reasumir el poder para entregarlo luego a otra persona. A su turno, el fiscal Manuel Genaro Villota negó validez a las resoluciones de los vecinos porteños. El presbítero Nepomuceno Solá se mostró partidario de entregar el poder al Cabildo hasta que se reuniera una Junta integrada por diputados de todo el virreinato.
Juan José Paso sostuvo la necesidad de establecer en Buenos Aires una Junta Gubernativa lo antes posible. A continuación se decidió votar una propuesta concreta. Entre todas se destacó la proposición de Cornelio Saavedra por la cesación del Virrey y la delegación interina del mando en el Cabildo hasta la formación de una Junta que lo ejerciera en base a la participación popular.
  23 de mayo de 1810  
El recuento de los votos del Cabildo del día anterior confirmó las presunciones: el virrey debía ser destituido.
Los miembros del Cabildo Ordinario Manuel José de Ocampo y el
Dr. Tomás Manuel de Anchorena le comunicaron a Cisneros que había cesado en el cargo.
Según la mayoría, el cargo debía quedar en manos de una Junta de Gobierno a nombre de Fernando VII.
  24 de mayo de 1810  
El Cabildo resolvió nombrar una Junta de Gobierno, conforme al mandato recibido. Esta junta quedó compuesta por: el Virrey Cisneros, el Dr. Juan Nepomuceno Solá, el Dr. Juan José Castelli, Cornelio Saavedra y José Santos de Incháurregui. A pesar de que el Cabildo determinó la separación del virrey, éste fue nombrado al frente de la Junta por la necesidad de no alarmar a las provincias del interior, ya que el Cabildo era una institución local.
La Junta juró en la tarde del 24, pero el pueblo porteño comenzó a inquietarse; no quería a Cisneros.
  25 de mayo de 1810  
Saavedra y Castelli renunciaron a la Junta. Por su parte, los cabildantes resolvieron la renuncia de la junta presidida por el virrey.
Ante la presión popular el Cabildo aceptó la renuncia de la Junta. Los cabildantes reconocieron la autoridad de la Junta Revolucionaria.
Los criollos anhelaban la independencia. Se sentían capaces de gobernarse por sí mismos y defenderse solos. El camino que desembocó en la Declaración de la Independencia fue largo y la restauración de las monarquías en Europa complicó el panorama.
La caída de Napoleón trajo un profundo cambio político que afectó a todas las naciones europeas, no sólo en líneas de fronteras sino sobre todo en el plano ideológico e institucional. Los reyes destronados volvieron a sus tronos y la nobleza exigió la devolución de los privilegios perdidos durante la revolución francesa (1789). La postura férrea de los monarcas tratando de reinstaurar el absolutismo convirtió al continente europeo en un gran campo de conspiradores contra las monarquías no constitucionales.
El 1° de enero de 1814, las cortes españoles declararon que Fernando sólo sería reconocido si aceptaba gobernar de acuerdo con la Constitución de 1812. El 16 de abril, Fernando fue declarado Rey Absoluto y reconocido por las tropas comandadas por el ex virrey del Río de la Plata, Javier de Elío. El rey disolvió las cortes y puso en prisión a los sospechosos de ser constitucionalistas.
 1816 - Declaración de la Independencia    
Después de resolver la designación de Pueyrredón como Director Supremo, el Congreso se abocó a debatir sobre el mandato que tenían los diputados acerca de la Independencia. Así se llegó al 9 de julio, con la presidencia de Francisco Narciso de Laprida. Él tuvo el privilegio de preguntar a los congresales:
"¿ QUERÉIS QUE LAS PROVINCIAS DE LA UNIÓN SEAN UNA NACIÓN LIBRE E INDEPENDIENTE DE LOS REYES DE ESPAÑA Y SU METRÓPOLI... ?"
Todos los diputados contestaron afirmativamente e inmediatamente se labró el "Acta de la Emancipación".



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