La caza de brujas es la búsqueda de brujos, brujas o pruebas de brujería, que llevaba a acusar a la persona afectada de brujería, a un juicio y finalmente a una condena. Muchas culturas, tanto antiguas como modernas, han reaccionado de forma puntual a las acusaciones de brujería con miedo supersticioso y han castigado, o incluso asesinado, a los presuntos o presuntas practicantes.
La caza de brujas como fenómeno generalizado es característica de la Europa Central a inicios de la Época Moderna. Base para la persecución masiva de mujeres (puntualmente también menores y hombres e incluso animales) por la Iglesia y sobre todo por la justicia civil, fue la idea, extendida entre teólogos y juristas, de una conspiración del Demonio para acabar con la Cristiandad.
Las cazas de brujas todavía ocurren en la actualidad y suelen clasificarse dentro del llamado pánico moral. De forma general, el término ha llegado a denotar la persecución de un enemigo percibido (habitualmente un grupo social no conformista) de forma extremadamente sesgada e independiente de la inocencia o culpabilidad real.
Carlomagno lo validó con una ley, probablemente relacionada con las prácticas paganas de los sajones contra las que el rey luchaba en la década de los años 80 del siglo VIII.
En Hungría se refieren a ellas en latín como strigis, y a principios de la Baja Edad Media, el rey Colomán de Hungría (1095-1116) sancionó en uno de sus recopilaciones de leyes un artículo que rezaba: "De strigis vero, quae non sunt, nulla quaestio fiat" ("Sobre las brujas, ya que éstas no existen, no se harán examinaciones indagando por ellas")[cita requerida]. Tras esto, el reino cristiano y católico húngaro fue una de las excepciones durante la época medieval en donde la brujería no fue perseguida. De hecho, los posteriores monarcas húngaros fueron en extremo flexibles con los judíos, cumanos y uzbecos musulmanes, así como con las otras etnias croatas, serbias y eslovacas que habitaban dentro de las fronteras del reino, respetando sus idiomas y particularidades culturales.
La caza de brujas como fenómeno generalizado es característica de la Europa Central a inicios de la Época Moderna. Base para la persecución masiva de mujeres (puntualmente también menores y hombres e incluso animales) por la Iglesia y sobre todo por la justicia civil, fue la idea, extendida entre teólogos y juristas, de una conspiración del Demonio para acabar con la Cristiandad.
Las cazas de brujas todavía ocurren en la actualidad y suelen clasificarse dentro del llamado pánico moral. De forma general, el término ha llegado a denotar la persecución de un enemigo percibido (habitualmente un grupo social no conformista) de forma extremadamente sesgada e independiente de la inocencia o culpabilidad real.
La Antigüedad
La creencia en magos se puede documentar en las grandes culturas del pasado. Las artes mágicas eran observadas de cerca en la época y a menudo se temía que fueran magia negra. Tanto en el Código de Hammurabi (la prueba del agua) de Babilonia como en el Antiguo Egipto se castigaba a los magos. Sin embargo, nunca llegó a una persecución masiva de presuntas brujas, como se realizaría más tarde a comienzos de la Época Moderna.La Edad Media
Los germanos, antes de su conversión al cristianismo, conocían la quema de los magos que realizaban encantamientos perjudiciales. Sin embargo, en la Baja Edad Media carolingia no hubo caza de brujas. De hecho, el Concilio de Paderborn del año 785 castigaba tanto la creencia en brujas como su persecución: Quien, cegado por el Demonio, cree como los paganos que alguien es una bruja y come a personas, y la queme por ello o deja comer su carne por otros, será castigado a pena de muerte.Portada del Malleus maleficarum en una edición de 1669. |
En Hungría se refieren a ellas en latín como strigis, y a principios de la Baja Edad Media, el rey Colomán de Hungría (1095-1116) sancionó en uno de sus recopilaciones de leyes un artículo que rezaba: "De strigis vero, quae non sunt, nulla quaestio fiat" ("Sobre las brujas, ya que éstas no existen, no se harán examinaciones indagando por ellas")[cita requerida]. Tras esto, el reino cristiano y católico húngaro fue una de las excepciones durante la época medieval en donde la brujería no fue perseguida. De hecho, los posteriores monarcas húngaros fueron en extremo flexibles con los judíos, cumanos y uzbecos musulmanes, así como con las otras etnias croatas, serbias y eslovacas que habitaban dentro de las fronteras del reino, respetando sus idiomas y particularidades culturales.
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