Enrique VIII (28 de junio de 1491 – 28 de enero de 1547) fue rey de Inglaterra y señor de Irlanda desde el 22 de abril de 1509 hasta su muerte. Fue el segundo monarca de la casa Tudor, heredero de su padre, Enrique VII. Se casó seis veces y ejerció el poder más absoluto entre todos los monarcas ingleses. Entre los hechos más notables de su reinado se incluyen la ruptura con la Iglesia católica romana y el establecimiento del monarca como jefe supremo de la Iglesia de Inglaterra (Iglesia anglicana), la disolución de los monasterios y la unión de Inglaterra con Gales.
http://es.wikipedia.org/wiki/Enrique_VIII_de_Inglaterra
La persecución sangrienta comienza en 1535 con la ejecución de quienes niegan la supremacía eclesiástica de Enrique VIII, convertido en el Papa de Inglaterra. De sus numerosos mártires los dos más notables son el Cardenal Obispo de Rochester John Fisher y el Canciller Tomás Moro, tras de un año de prisión en la torre de Londres el uno y el otro.
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Enrique VIII |
La persecución sangrienta comienza en 1535 con la ejecución de quienes niegan la supremacía eclesiástica de Enrique VIII, convertido en el Papa de Inglaterra. De sus numerosos mártires los dos más notables son el Cardenal Obispo de Rochester John Fisher y el Canciller Tomás Moro, tras de un año de prisión en la torre de Londres el uno y el otro.
Con la excepción de Fisher y Moro y de Margarita Pole, condesa de Salisbury y madre del Cardenal Pole, que sólo son decapitados, aquellos dos en 1535 y ella en 1541, los demás católicos sufren horribles tormentos antes de ser ejecutados, y a veces también su misma ejecución es cruelísima.
Por ejemplo, en 1535, antes de ser ejecutados como lo habían sido 4 de sus Hermanos, dos cartujos de Londres durante 15 días y 15 noches permanecieron prendidos, de pie, por argollas de fierro, a una columna de la prisión de Marshalsea, sin soltárseles ni un sólo instante. Muchos mueren en la prisión, como en Newgate 9 cartujos, en 1537, de hambre, desnudez y fetidez del calabozo (Analecta Bollandiana, I, c.p. 69). Dice D’Alés que en Galloni -De sanctorum martyrum cruciatibus, p. 104-131- se hallan horribles detalles sobre las prisiones de los católicos ingleses.
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