domingo, 17 de enero de 2016

Masacre de Badajoz

La masacre de Badajoz se produjo en los días posteriores a la Batalla de Badajoz, durante la Guerra Civil Española, y fue el resultado de la represión ejercida por el Ejército sublevado contra civiles y militares defensores de la II República, tras la toma de la ciudad de Badajoz por las fuerzas sublevadas contra la II República española, que se llevó a cabo el14 de agosto de 1936 por la noche y el 15 de agosto de 1936 por la mañana.1
Entrada de la plaza de toros
Constituye uno de los sucesos más controvertidos de la guerra, pues el número de víctimas de esta matanza varía ostensiblemente dependiendo de los historiadores que la han investigado. Además, al resultar vencedor de la contienda el bando sublevado, jamás se produjo una investigación oficial sobre lo sucedido en la ciudad extremeña. En cualquier caso, las estimaciones más comunes apuntan que entre 1800 y 4000 personas fueron ejecutadas2 , en unos hechos calificados por varias asociaciones de derechos humanos como crímenes contra la humanidad.3 También se denunciaron estos hechos como genocidio en 2007. La denuncia ante la Audiencia Nacional no prosperó al encontrarse fallecidos los máximos responsables de la matanza y ser un delito que no estaba tipificado cuando se cometió.4 5 6
Al mando de las tropas que perpetraron la masacre de Badajoz se encontraba el coronel Juan Yagüe, quien, tras la guerra civil, fue nombrado ministro del Aire por el general Franco. A partir de estos hechos, Yagüe fue popularmente conocido como el carnicero de Badajoz.7
Según el censo, Badajoz tenía 41 122 habitantes en 1930, por lo que de ser correcta la cifra de 4000 ejecutados, el porcentaje de represaliados alcanzaría el 10% de la población.8
Antecedentes
La situación en Extremadura al estallar la guerra civil el 18 de julio de 1936, contenía una serie de aditamentos que la diferenciaban del resto del país, especialmente debido a la Ley de Reforma Agraria, que otorgó a los campesinos (más del 50% de la población activa) la posibilidad de ser dueños de las tierras que trabajaban, a través de la expropiación a loslatifundistas y que produjo un enorme enfrentamiento entre clases sociales, sobre todo cuando en marzo los campesinos de Badajoz decidieron acelerar la entrada en vigor de la ley e invadieron las fincas a las que iba a afectar.9
Desde el estallido de la guerra, se habían producido en la zona algunos sangrientos sucesos, denominados como "represión republicana" que resultaron fatales para el desenlace de Badajoz, pues generales como Queipo de Llano promovieron acciones criminales ejemplarizantes para castigar estas matanzas.
Tanto el historiador Francisco Espinosa (La columna de la muerte, 2001), como el ex alcalde socialista y diputado provincial Cayetano Ibarra (La otra mitad de la historia que nos contaron, 2005), relatan estos hechos, especialmente Ibarra, que escribe en el libro citado:10
Localidades como Almendralejo, Azuaga, Burguillos del Cerro, Campanario, Campillo de Llerena, Quintana, etc., fueron escenarios de la represión republicana en los primeros momentos del alzamiento. Pero en ninguno de estos lugares, como en Fuente de Cantos, los hechos ocurridos como reacción de las izquierdas ante la sublevación militar, se producen de forma tan inmediata.
Los hechos a los que se refiere el texto fueron el encierro de 56 personas en una iglesia de Fuente de Cantos, y la quema posterior de ésta, entre el 18 y 19 de julio de 1936. Perecieron 12 personas, ocho de ellas quemadas. Según cuenta Cayetano Ibarra en este libro, las tropas franquistas, tras la toma del pueblo, matarían a unas 300 personas.11
Esta operación se repitió en Almendralejo el 7 de agosto con los encerrados en la cárcel, de los que 28 fueron ejecutados, y en Badajoz, donde también se produjeron ejecuciones entre los partidarios del bando franquista.

Acontecimientos[editar]

Durante toda la jornada, se produjeron asesinatos por las calles de la ciudad, incluso de niños, a cargo de soldados moros.12 El mismo día 14, Yagüe ordenó el confinamiento de todos los prisioneros -la mayoría civiles- en la plaza de toros. Según diversas crónicas, se instalaron focos en los tendidos para iluminar la arena, y esa noche, comenzaron las ejecuciones indiscriminadas y sin juicios previos. Algunos historiadores, como José Luis Gutiérrez Casalá, sostienen que la plaza de toros se utilizó más bien como lugar de encierro de los prisioneros para su posterior ejecución, al margen de que en los primeros momentos fueran llevados a cabo fusilamientos en ella.13
Según artículos publicados por los corresponsales de Le PopulaireJournal de GenèveLe FigaroParis-SoirDiário de Lisboa y Chicago Tribune se produjeron ejecuciones en masa, y las calles aparecían sembradas de cadáveres.14 Durante la primera jornada, existen testimonios de que hubo mil fusilados.15 El periodista norteamericano Jay Allen, en su crónica para el Chicago Tribune habló de 1800 víctimas (hombres y mujeres) sólo la primera noche.
El 15 de agosto, el enviado del Journal de Genève (actual Le Temps), Jacques Berthet, enviaba su crónica:
"alrededor de mil doscientas personas han sido fusiladas (…) Hemos visto las aceras de la Comandancia Militar empapadas de sangre (…) Los arrestos y las ejecuciones en masa continúan en la Plaza de Toros. Las calles de la ciudad están acribilladas de balas, cubiertas de vidrios, de tejas y de cadáveres abandonados. Sólo en la calle de San Juan hay trescientos cuerpos (…)".15
fuente: web

El 18 de agosto, Le Populaire publicaba:
«Elvas, 17 de agosto. Durante toda la tarde de ayer y toda la mañana de hoy continúan las ejecuciones en masa en Badajoz. Se estima que el número de personas ejecutadas sobrepasa ya los mil quinientos. Entre las víctimas excepcionales figuran varios oficiales que defendieron la ciudad contra la entrada de los rebeldes: elcoronel Cantero, el comandante Alonso, el capitán Almendro, el teniente Vega y un cierto número de suboficiales y soldados. Al mismo tiempo, y por decenas, han sido fusilados los civiles cerca de las arenas».16
El mismo día, el Premio Nobel de Literatura francés François Mauriac, publicó en primera plana de Le Figaro un artículo sobre los sucesos de Badajoz que conmocionó a Europa. También el 18 de agosto el diario suizo Journal de Genève informaba en páginas centrales de que 1.500 personas habían sido ya ejecutadas.17 El 30 de agosto apareció en el Chicago Tribune el famoso artículo de Jay Allen (ver recuadro inferior), en el que narró con gran crudeza los terribles sucesos que había presenciado durante su estancia en la ciudad.
El periodista portugués Mário Neves fue uno de los testigos de primera mano de los sucesos de Badajoz, en las crónicas que remitió al Diário de Lisboa, algunas de las cuales fueron censuradas por el gobierno de António de Oliveira Salazar, afín al bando franquista.18 19 Neves regresó a Portugal horrorizado por el espectáculo del que había sido testigo, y se juró no volver jamás a Badajoz, pero lo hizo en 1982, para recorrer los lugares donde presenció estos hechos en un documental para televisión.20 21 Parte de este vídeo está disponible en internet.22
"Quiero dejar Badajoz cueste lo que cueste, lo más rápido posible y prometiéndome a mí mismo que no volveré nunca. Por mucho que me mantenga en la vida periodística, jamás se me presentará acontecimiento tan impresionante como el que me ha traído a estas tierras ardientes de España y que ha logrado destemplar completamente mis nervios".
Mário Neves
Agosto de 1936.23
El método para las ejecuciones fue el fusilamiento o ametrallamiento indiscriminado en grupo de personas participantes en la defensa de la ciudad o sospechosas de simpatizar con la República. Fueron llevadas a cabo por los legionarios y regulares moros procedentes del norte de África, fuerzas de la Guardia Civil y mandos locales de Falange Española (sobre este punto hay diversas versiones que apuntan que los regulares moros no participaron en la represión, pues partieron inmediatamente al frente). Posteriormente, la mayoría de los cuerpos fueron quemados junto a las tapias del Cementerio de San Juan.24 Según testimonios de algunos supervivientes, los fusilamientos se producían en grupos de 20, y luego se trasladaban los cadáveres en camiones al antiguo cementerio, donde eran incinerados y posteriormente depositados en fosas comunes.25 También se produjeron fusilamientos en otras zonas de la ciudad. Entre los represaliados se encontraban hombres y mujeres afectos a la República, obreros, campesinos, militares que participaron en la batalla, autoridades locales o simples sospechosos.
Tras la caída de la ciudad, el alcalde Sinforiano Madroñero y el diputado Nicolás de Pablo, ambos socialistas, cruzaron la frontera y huyeron a Portugal, pero fueron localizados por efectivos del régimen portugués y entregados a las tropas franquistas, que los fusilaron en Badajoz el 20 de agosto, frente a un frontón y sin juicio previo.26
Posteriormente aparecieron testimonios, publicados el 27 de octubre por el diario La Voz, de Madrid, de que los fusilamientos en la plaza de toros fueron convertidos en una fiesta por los ejecutores, con público en sus gradas presenciando las matanzas, y que incluso algunas víctimas fueron banderilleadas y mutiladas, aunque este extremo nunca pudo ser verificado.27 En cambio, sí existen evidencias del sadismo con que fue llevado a cabo el exterminio.15 Tras conocer estos hechos, la propaganda franquista publicitó algunas leyendas y mitos para intentar ocultar la masacre, y algunos de los cronistas internacionales fueron desprestigiados o amenazados.28

Consecuencias

La masacre de Badajoz tuvo una gran influencia en el desarrollo de la guerra. La publicación en la prensa extranjera de estos sucesos ocasionó que Franco a partir de entonces ordenase el cese de matanzas que pudieran tener gran trascendencia mediática y perjudicase la imagen de los sublevados, y por otro lado, la propaganda republicana publicitó enormemente este hecho, convirtiéndolo en justificante de otros sucesos posteriores, como las matanzas de Paracuellos.
A raíz de estos hechos, el oficial Hans von Funckagregado militar de la Alemania nazi y uno de los pocos militares alemanes de alta graduación que estuvieron presentes en las operaciones del Ejército Sur,31 envió un informe a Berlín en el que desaconsejaba el envío de tropas regulares alemanas a España, porque, textualmente: "él es un soldado acostumbrado a la lucha, que ha combatido en Francia durante la Gran Guerra, pero que jamás ha contemplado la brutalidad y la ferocidad con que el Ejército Expedicionario de África desarrolla sus operaciones. Por ello desaconseja el envío de tropas regulares alemanas a España, porque, ante tal salvajismo, los soldados alemanes se desmoralizarían".32 Von Funck era un aristócrata prusiano que tuvo un destacado protagonismo en la Segunda Guerra Mundialcomo comandante de la 7ª División Panzer.

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