martes, 28 de febrero de 2017

LOS ACHE. GENOCIDIO Y DEMOCIDIO EN PARAGUAY



La comisión de verdad y justicia ha sido creada en Paraguay para investigar la violación de derechos humanos cometidas durante la dictadura del general Alfredo Stroessner. Las excavaciones y los hallazgos realizados, sumados a los testimonios recogidos confirman que las desapariciones y detenciones extrajudiciales fueron medidas sistemáticas para eliminar a todos aquellos que se oponían al régimen de Stroessner.

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Alfredo Stroessner Matiauda (Encarnación3 de noviembre de 1912 - Brasilia16 de agosto de 2006) fue un militarpolítico y dictador paraguayo. Fue el 48º presidente de la República del Paraguay entre el 15 de agosto de 1954 y 3 de febrero de 1989, donde ejerció una dictadura que duró 35 años.
 
Alfredo Stroessner
Ya en el poder, con el propósito de poner fin a 50 años de anarquía, Stroessner suprimió inmediatamente las garantías constitucionales, mantuvo bajo control las actividades de los partidos políticos y ejerció una dura represión. Gobernó con el apoyo del Ejército y del Partido Colorado. En este último llevó a cabo una serie de purgas que le facilitaron su control, con el objetivo de mantenerse en el poder. El partido gubernamental se convirtió igualmente en un entramado dedicado al reparto de favores. La corrupción se extendió de esta manera en lo que se recuerda como «la trilogía»: Gobierno-partido-fuerzas armadas.

Durante su régimen fueron asesinadas entre 300 y 400 personas, debido a sus tácticas de mano dura contra la disidencia, en especial, los comunistas; para ello, empleó la tortura, el secuestro, los asesinatos políticos y el crecimiento de la corrupción.

Fue el primer mandatario extranjero en visitar Chile tras el golpe militar del general Augusto Pinochet en 1973; de esta manera, legitimó su dictadura y se convirtió en su amigo personal.

Stroessner mostró una gran simpatía por los nazis, a varios de los cuales garantizó asilo político en el Paraguay, después de haber sido derrotados en la Segunda Guerra Mundial: entre los más destacado estaban entre ellos el doctor Josef Mengele y Eduard Roschmann. Debido a esta política, fue duramente criticado por los medios de comunicación internacionales. Además, permitió la entrada de dictadores derrocados de otros países, como el ya citado Anastasio Somoza Debayle. El mortal atentado contra Somoza, ocurrido en Paraguay, llevó a Stroessner a cometer todo tipo de atropellos en busca de posibles culpables, como es el caso del periodista chileno Rafael Mella Latorre. Su régimen también es señalado como responsable de políticas genocidas contra los indígenas aché.

En 1992, Martín Almada ―opositor a la dictadura― y el diario Noticias ―a través de los periodistas Christian Torres, Zulia Giménez, Alberto Ledesma y José Gregor, entre otros―, descubrieron los llamados «Archivos del Terror»
Incluyen diversos informes sobre intercambio y traslado de presos políticos, espionaje y control de actividades civiles; al punto que existen informes de reuniones familiares o de simples charlas de amigos. Además se mencionan sesiones de torturas por los más diversos medios aberrantes. Los «Archivos del Terror» reflejan cómo se planificó el Terrorismo de Estado desde Estados Unidos a Sudamérica y desde los ejércitos y la policía hacia la población. Reflejan un sistema de control social propio de una «sociedad orwelliana» donde la más mínima manifestación de inconformidad y rechazo hacia el Gobierno, y la situación social, se consideraba un acto subversivo que era reprimido en forma extrajudicial, sumaria y secreta; mediante asesinatos, secuestros, torturas sistemáticas o desaparición forzosa de personas.

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Los achés ("hombre/persona", según su autodenominación) popularmente conocidos en la literatura etnográfica como guayakí, guaiaqui, guayakí, ' y 'guoyagui' (que significa "ratas rabiosas" o "ratas feroces"),1 son una etnia guaranizada, como otros pobladores originarios del Paraguay.
El etnólogo y antropólogo francés Pierre Clastres describe en su obra"Crónica de los Indios Guayaquis",  la vida, organización política, social y económica, rituales y cosmogonía de los achés. El libro se publicó en el año de 1986, pero convivió con ellos en el 1963. Actualmente, es una de las bibliografías más completas acerca de los achés.
 
Esta etnia se autodenomina aché (persona), pero han sido apodados derogativamente peyorativamente por los invasores guaraníes: guayaquí (ratones del monte). Los primeros informes los localizaban al este de Paraguay y zonas adyacentes de Brasil.
Parece que en el momento del contacto con los europeos la zona estaba poblada por dos grupos lingüísticos principales: tribus de la familia Macro-Ge y tribus de la familia Tupí-Guaraní. Las tribus de la primera familia eran generalmente cazadores-recolectores. Los Tupí-Guaraní, en cambio, eran los típicos horticultores de la foresta amazónica: cultivaban mandioca amarga, tenían cerámica y vivían en pueblos más grandes y más permanentes de aquellos de las tribus Ge. Los Tupí-Guaraní llegaron bastante tarde en esta área, por lo tanto se piensa que los grupos Macro-Ge son los directos descendientes de los antiguos residentes de esta zona.4
En la actualidad han quedado reducidos (tras el proceso colonial español y paraguayo) a unos 1 190 según el censo nacional de 2002, distribuyéndose en seis comunidades: Chupa Pou (de 6000 hectáreas), Arroyo Bandera (de 700 hectáreas) y Kuetyvy ubicadas en los departamentos de Canindeyú; Puerto Barra en el Alto Paraná; Ypetymí en Caazapá y Cerro Morotí en Caagazú. Su último hábitat libre fue la larga serranía de Yvytyrusú, Caaguazú, San Joaquín y Mbarakayú, que divide la cuenca del río Paraguay de la del río Paraná. Las noticias de enclaves de este pueblo en la cuenca del Paraná datan desde el siglo XVI.
Antes de que los achés fueran reducidos en reservas, eran organizados en unidades políticamente independientes que controlaban su propio territorio de caza, en el cual cada unidad nomadeaba durante el año respetando las propiedades ajenas. Cada unidad se subdividía luego en bandas más pequeñas, formadas por algunas familias, hasta alcanzar un número de veinte o veinticinco personas. Este desperdigamiento se relacionaba directamente con la dispersión de los animales para cazar. En la foresta, las bandas eran unidades residenciales económicamente autónomas, y a menudo eran formadas por un núcleo parental bilocal, en el cual uno o dos hombres mayores importantes daban el nombre al grupo.
El poder político entre los achés no era de natura coercitiva, sino un poder no autoritario. Dentro de la estratificación social, existía un jefe que se elegía por ser el que tenía mayor poder al hablar. El jefe no era un hombre que dominaba a los demás o alguien al cual se debía obedecer. Los achés separaban el poder de la violencia. La autoridad se ejercía a través de la palabra, del discurso. El beerugi, el jefe, era el que hablaba, y se definía no por lo que hacía, sino por lo que decía.

La ruptura decisiva del nexo milenario forjado por los Aché con el
bosque subtropical y su biodiversidad, ocurre en los años 70, bajo el
régimen del General Stroessner. Entre 1970 y 1978, la dictadura
militar emprende la salida forzada del bosque de los últimos grupos
de Aché septentrionales no contactados o en aislamiento voluntario,
llevando a cabo el despojo irreparable de la totalidad de su territorio
ancestral, y desencadenando un ciclo de epidemias que aniquilaron
a cerca de 40% de la población de los Aché norteños.
Los sobrevivientes fueron desplazados, llevados a la Colonia Nacional
Aché-Guayakí de Cerro Moroti, y sometidos a vejámenes como el
consumo forzado de la sal, prohibición de los ritos tradicionales,
imposición del caciquismo, evangelización, por parte de los militares
y misioneros norteamericanos de la News Tribes Misión, primeros administradores de dicha reserva.
Los autores cuentan la matanza de padres y madres con el fin de
atrapar criaturas. Menciona además que a causa de la persecución
de los no indígenas, los Aché del grupo de Yvytyrusu, está en vía de
extinción. Cuando se reducía la cantidad de indígenas los cazadores
buscaban otras poblaciones Aché. Eran considerados por los
estancieros animales malhechores, bestias malolientes que tenían
que ser aniquilados. Incluso llegó a contarse de la implantación de
jugosa recompensas a quienes lograban matar a los indios.

Estos hechos fueron calificados en su momento como de genocidioy etnocidio y fueron denunciados en 1974 ante la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Existe una buena documentación que da cuenta de las violaciones de derechos humanos, no solo del pueblo Aché, sino de otras etnias guaraníes y chaqueñas. Son los casos del pueblo Ayoreo y del pueblo Paî Tavyterâ. Varios investigadores (Susnik, B. y Chase Sardi, M, 1995) (Bartomeu, M, 2000) (Gómez Perasso, 1987) (von Bremen, V.
1997) (Escobar, T. 1988) (Vázquez, M. 1998) (Fichermann, B. 1988) (Zanardini, J. Biedermann, W. 2001) (Rojas, R. 2004) coinciden en señalar que las violaciones de los derechos cometidos contra los Ayoreo, fueron de la mano de misioneros de diferentes iglesias, destacamentos militares, compañías petroleras, entre otros, en conocimiento y complacencia del gobierno de turno. El pueblo Paî Tavyterâ, que forma parte del grupo lingüístico guaraní y su ocupación territorial abarca la zona norte y noreste del Paraguay Oriental, a partir de la década de los sesenta también fue arrinconado y despojado de su hábitat (Chase Sardi, M., Brun A, Enciso, M, 1990: 409-413) debido a la invasión de los migrantes brasileños y la  colonización en el Eje Este lo que generó un serio deterioro ambiental, territorial y la calidad de vida de los mismos. Desafortunadamente estos casos del pueblo Ayoreo y del pueblo Paî Tavyterâ no fueron suficientemente documentados, de tal suerte que solo se ilustra el caso Aché. Esto no significa que algunas violaciones perpetradas contra los Aché no puedan hacerse extensivas a los Ayoreo y Paî Tavytera, así como algunas de las conclusiones.
Para el caso Aché, la matanza de adultos, la violación de mujeres y adolescentes, los robos, ventas y trueques, de niños y niñas por dinero y/o animales, ocurrieron con la complacencia del Estado. Los que se animaron a contar y revelar estas violaciones sufrieron las consecuencias del destierro, el apresamiento y el descrédito.
Así se tiene, (Chase Sardi, Miguel, 1988: 50-54) “Crímenes contra los Derechos Humanos de los indígenas en el Paraguay”, en el que se señala la situación de los indígenas durante el funcionamiento de la empresa taninera de los Casado. Durante los años 30, 40 y 50, obligaron a los indígenas de ocho etnias a pasar de una economía
de agricultores, cazadores, recolectores y pescadores, a la de jornaleros. En ella se los envenenó, pagándoles el jornal, en más de 50% en alcohol. La cultura fue destruida, la población contaminada, entre las cuales se destaca la prostitución, desconocida anteriormente, siendo diezmados por enfermedades venéreas.


PERPETRADORES

Alfredo Stroessner Matiauda
Pastor Milciades Coronel 
Camilo Almada Morel, alias Sapriza
Adan Gogoy Jimenez
J. Eugenio Jacquet
Mari Abdo Benitez
Lucilo Benitez, alias Kururu Pire
Eusebio Torres
Sabino Montanaro Ciarleti
Alberto Cantero 
Juan Aniceto Martinez

FUENTES


http://www.iwgia.org/iwgia_files_publications_files/0295_ache.pdf

Informe Comisión de Verdad y Justicia,  Pag. 177
https://es.wikipedia.org/wiki/Pascua_Dolorosa
https://es.wikipedia.org/wiki/Alfredo_Stroessner
https://www.youtube.com/watch?v=To02zIiMlcE

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