viernes, 24 de febrero de 2017

LA INQUISICIÓN ( INSTRUMENTO DE DEMOCIDIO)


El término Inquisición o Santa Inquisición hace alusión a varias instituciones dedicadas a la supresión de la herejía mayoritariamente en el seno de la Iglesia católica. La herejía en la era medieval europea muchas veces se castigaba con la pena de muerte y de esta se derivan todas las demás.
La Inquisición medieval se fundó en 1184 en la zona de Languedoc (en el sur de Francia) para combatir la herejía de los cátaros o albigenses. En 1249 se implantó también en el Reino de Aragón, siendo la primera Inquisición estatal; y en la Edad Moderna, con la unión de Aragón con Castilla, se extendió a ésta con el nombre de Inquisición española (1478-1821) bajo control directo de la monarquía hispánica, cuyo ámbito de acción se extendió después a los territorios colonizados en lo que se denominaría América, la Inquisición portuguesa (1536-1821) y la Inquisición romana (1542-1965).
Inocencio III
En los comienzos de la Iglesia, la pena habitual por herejía era la excomunión. Cuando los emperadores romanos convierten el cristianismo en religión estatal en el siglo IV, los herejes empiezan a considerarse enemigos del Estado. En su momento San Agustín aprobó con reservas la acción del Estado contra los herejes.
En respuesta al resurgimiento de la herejía de forma organizada, se produce en el siglo XII en el sur de Francia un cambio de opinión dirigida contra la doctrina albigense, la cual no coincidía con los puntos de vista de la Iglesia católica con relación al matrimonio y otras instituciones de la sociedad. Como reacción, el papa Inocencio III organizó una cruzada contra los albigenses promulgando una legislación punitiva contra ellos. Sin embargo, los esfuerzos iniciales destinados a someter la herejía no estuvieron bien coordinados y fueron ineficaces.
Inocencio III en su celo por expurgar el cristianismo, convocó la Cruzada albigense que desarrolló entre 1209 y 1244 con el apoyo de la dinastía de los Capetos para acabar definitivamente con los cátaros.
Inocencio III mediante calumnias intentó colocar a la gente contra los cátaros iniciando un auténtico genocidio.
El papa Honorio III también luchó contra los cátaros y organizó la quinta cruzada.
La inquisición inglesa actúa en el siglo XIV para aniquilar a los templarios y se establece con fuerza en Francia, Alemania e Italia.
El papa Gregoriuo IX puso la inquisición en manos de los dominicos y le dio un estatuto mediante la bula “Excommunicamus”.
A partir de 1231 se fundaron los primeros tribunales de la inquisición en diversos estados cristianos.
En 1252, el papa Inocencio IV autorizó en la bula Ad extirpanda el uso de la tortura para obtener la confesión de los reos. Se recomendaba a los torturadores no se excedieran hasta el punto de mutilar al reo o finiquitarlos.
 Las penas eran variables. Los que se negaban a abjurar, "herejes relapsos", eran entregados al brazo secular para la ejecución de la pena de muerte.
 A partir del Siglo XIV, las relaciones entre cristianos, judíos y musulmanes que antes habían convivido sin problemas comenzaron a deteriorarse y dieron lugar a numerosos enfrentamientos. Los concilios de Zamora (1313) y Valladolid (1322) son abiertamente antisemitas.

Para librarse de las sanciones muchos judíos y musulmanes se convertían al cristianismo pero en la clandestinidad seguían practicando su religión.
Tomás de Torquemada
 Sin embargo la inquisición o Santo Oficio no juzgaba ni perseguía a los miembros de otras religiones que no fueran la católica. Por eso, los conversos, o miembros de otras religiones que habían recibido el bautismo, se convirtieron en su principal objetivo y la acusación de “falso converso” conllevaba la pena de muerte en la hoguera.

La Inquisición real se implantó en la Corona de Castilla en 1478 por la bula del papa Sixto IV Exigit sincerae devotionis con la finalidad de combatir las prácticas judaizantes de los judeoconversos de Sevilla. A diferencia de la Inquisición medieval, dependía directamente de la monarquía, es decir, de los Reyes Católicos. Tras una nueva bula emitida en 1483, la Inquisición se extendió a los reinos de la Corona de Aragón, incluyendo Sicilia y Cerdeña, y a los territorios de América (hubo tribunales de la Inquisición en México, Lima y Cartagena de Indias), y se nombró Inquisidor General a Tomás de Torquemada.

El balance Torquemada al frente de la inquisición según Henry Kamen a 2000 ejecuciones y según Juan Antonio Llorente, el primer historiador del Santo Oficio,  8.800 y 100.000 procesos incoados.
Toda denuncia, incluso anónima, era válida. Una vez recibida, se abría de inmediato una investigación secreta que al revelar algún indicio, por débil que fuera, conducía al apoderamiento de la persona indiciada y al aseguramiento de sus bienes. Se le tomaba enseguida una declaración que incluía siempre preguntas sobre su familia y su origen, sobre su conocimiento de los dogmas y prácticas sobre la religión católica, y sobre si tenía alguna sospecha acerca del motivo de su prisión. Por lo general el acusado manifestaba total ignorancia a ese respecto, temeroso de implicarse en algún hecho que no figurara en la denuncia, situación que agravaba su caso. Si después de preguntarle tres veces el acusado persistía en la misma respuesta se le declaraba "negativo" y se abría propiamente hablando el proceso. Durante toda la secuela de éste –que a veces tardaba años- el acusado permanecía incomunicado en la llamada cárcel del secreto y ni siquiera podía hablar con él uno de los inquisidores si faltaba alguien que pudiera servir de testigo.

En 1484, Inocencio VIII da por oficial la existencia de la brujería por medio de la bula Summis desideratis affectibus.

La Inquisición española, se mostró más bien indulgente con las brujas, pues raramente aplicó la pena de muerte —al considerarlas más víctimas que criminales—, a diferencia del durísimo trato que recibieron judeoconversos y protestantes. Según Henry Kamen, la razón de la benevolencia de la Inquisición estribó en que no consideraba a brujos y brujas cristianos verdaderos sino personas "cuya ignorancia era explotada por el diablo".
La caza de brujas como fenómeno generalizado es característica de la Europa Central a inicios de la Edad Moderna. Base para la persecución masiva de mujeres (puntualmente también menores y hombres e incluso animales) por la Iglesia y sobre todo por la justicia civil, fue la idea, extendida entre teólogos y juristas, de una conspiración del Demonio para acabar con la Cristiandad.
El Malleus Maleficarum (del latín: Martillo de las Brujas) es probablemente el tratado más importante que se haya publicado en el contexto de la persecución de brujas y la histeria brujeril del Renacimiento. Es un exhaustivo libro sobre la caza de brujas, que luego de ser publicado primero en Alemania en 1487, tuvo docenas de nuevas ediciones, se difundió por Europa y tuvo un profundo impacto en los juicios contra las brujas en el continente por cerca de 200 años. Esta obra es notoria por su uso en el período de la histeria por la caza de brujas, que alcanzó su máxima expresión desde mediados del siglo XVI hasta mediados del XVII.
Se remitían constantemente a la autoridad del Malleus Maleficarum los principales autores y grandes demonólogos como el inquisidor italiano Bernardo Rategno da Como, el jesuita hispano-belga Martín del Río y el jurista francés Jean Bodin.
En España, el reinado de Felipe V marcó el principio del fin de la inquisición cuando el monarca rechazó acudir a un auto de fe (juicio inquisitorial) y durante el reinado de Fernando VI aunque todavía luchaba contra los masones se dedicó, en especial, a prohibir libros que atentaban contra la religión y el estado. Carlos III (1716-1788) restringió su capacidad de actuación y en 1768 le arrebató al Santo Oficio el control de la censura de libros.

La abolición definitiva vino de la mano de María Cristina de Borbón firmando un decreto de abolición en nombre de la infanta Isabel II el 15 de julio de 1834.


Las cifras de las ejecuciones oficiales durante la Santa Inquisición, según la mayoría de los expertos colocarían que el número total de ejecuciones está entre tres mil a diez mil víctimas, con una adicional número de personas que murieron como consecuencia de torturas u maltratos entre 100 mil a 125 mil personas; mientras que la Inquisición en Portugal resultó en aún menos víctimas (cp. José Pérez, La Inquisición española [Perfil Libros, 2006], 173; vea también R.J. Rummel, Muerte por el Gobierno [Transaction Publishers, 2009], 


FUENTES


Gran libro de la Inquisición en España

https://es.wikipedia.org/wiki/Inquisici%C3%B3n

https://es.wikipedia.org/wiki/Caza_de_brujas

https://es.wikipedia.org/wiki/Auto_de_fe


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