Guillermo II (en alemán: Wilhelm II, nombre completo: Friedrich Wilhelm Viktor Albrecht von Hohenzollern; Berlín, 27 de enero de 1859 – † 4 de junio de 1941) fue el último emperador alemán (Káiser) y el último rey de Prusia. Gobernó entre 1888 y 1918. Hijo primogénito de Federico III y de la princesa Victoria, Princesa Real del Reino Unido, fue proclamado emperador tras el breve reinado de su padre. Es asociado a la Primera Guerra Mundial y el imperialismo europeo.
A la muerte de su padre, que sólo llegó a reinar durante 99 días, el 15 junio de 1888, Guillermo II conquistó el trono alemán. Sus condiciones como gobernante eran muy buenas ya que tenía una gran intuición para darse cuenta de la raíz de los problemas, y su formación intelectual era muy completa. Además, poseía grandes dotes oratorias que le hicieron más de una vez exaltarse en sus discursos políticos y decir más de lo debido.
su discurso del 27 de julio de 1900, en el que se exhortó a las tropas alemanas que habían sido enviadas para calmar la Rebelión de los Bóxers a emular a los antiguos hunos ("hagan que la palabra "alemán" sea recordada en China durante mil años, de forma que ningún chino vuelva a atreverse siquiera a mirar mal a un alemán"), es otro ejemplo de su desafortunada inclinación a sus expresiones públicas inapropiadas (es menester recordar que esta desafortunada frase fue expresada después de la toma de la embajada alemana en China y posterior asesinato del embajador alemán -Klemens von Ketteler-).
Probablemente, el error personal más dañino cometido por Guillermo II en el terreno de la política exterior tuvo más impacto en Alemania que en el resto del mundo. El asunto del "Daily Telegraph" de 1908 se derivó de la publicación de ciertas opiniones de Guillermo II en una edición del diario británico de ese nombre. Guillermo II vio esto como una oportunidad para promover sus ideas y puntos de vista en cuanto a la relación diplomática entre Alemania y el Reino Unido, pero en su lugar, debido a sus arrebatos emocionales durante la entrevista, Guillermo II terminó negando no sólo a los británicos, sino también a los rusos, franceses y japoneses, sosteniendo que a los alemanes no les importaban los británicos; que los franceses y los rusos habían tratado de instigar a Alemania a intervenir en la Segunda Guerra de los Bóer; y que el desarrollo naval alemán estaba enfocado a frenar a los japoneses, no a los británicos. El efecto en Alemania fue bastante contundente, con serias llamadas para su abdicación mencionadas en la prensa. Comprensiblemente, Guillermo II mantuvo un comportamiento muy discreto después del fiasco del "Daily Telegraph", y posteriormente concretó su venganza forzando la renuncia del príncipe von Bülow, que había abandonado al emperador a la crítica pública asumiendo públicamente cierta responsabilidad por no haber editado la transcripción de la entrevista antes de su publicación.
La crisis del "Daily Telegraph" hirió profundamente la ya dañada autoconfianza de Guillermo II, tanto que pronto sufrió de grave depresión clínica, de la que nunca se recuperó realmente.
A la muerte de su padre, que sólo llegó a reinar durante 99 días, el 15 junio de 1888, Guillermo II conquistó el trono alemán. Sus condiciones como gobernante eran muy buenas ya que tenía una gran intuición para darse cuenta de la raíz de los problemas, y su formación intelectual era muy completa. Además, poseía grandes dotes oratorias que le hicieron más de una vez exaltarse en sus discursos políticos y decir más de lo debido.
su discurso del 27 de julio de 1900, en el que se exhortó a las tropas alemanas que habían sido enviadas para calmar la Rebelión de los Bóxers a emular a los antiguos hunos ("hagan que la palabra "alemán" sea recordada en China durante mil años, de forma que ningún chino vuelva a atreverse siquiera a mirar mal a un alemán"), es otro ejemplo de su desafortunada inclinación a sus expresiones públicas inapropiadas (es menester recordar que esta desafortunada frase fue expresada después de la toma de la embajada alemana en China y posterior asesinato del embajador alemán -Klemens von Ketteler-).
Un póster italiano de 1915 mostrando a Guillermo II mordiendo el mundo. |
La crisis del "Daily Telegraph" hirió profundamente la ya dañada autoconfianza de Guillermo II, tanto que pronto sufrió de grave depresión clínica, de la que nunca se recuperó realmente.
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