jueves, 26 de mayo de 2016

Juan Pablo II

Juan Pablo II (en latín: Ioannes Paulus II), de nombre secular Karol Józef Wojtyła4 (Wadowice, Polonia, 18 de mayo de 1920-Ciudad del Vaticano, 2 de abril de 2005), fue el 264.º papa de la Iglesia católica y jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano desde el 16 de octubre de 1978 hasta su muerte en 2005.5 Fue canonizado en 2014, durante el pontificado de Francisco.6
Tras haber sido obispo auxiliar (desde 1958) y arzobispo de Cracovia (desde 1962), se convirtió en el primer papa polaco de la historia, y en el primero no italiano desde 1523. Su pontificado de casi 27 años fue el tercero más largo en la historia de la Iglesia católica, después del de san Pedro (se cree que entre 34 y 37 años, aunque su duración exacta es difícil de determinar) y el de Pío IX (31 años).
Juan Pablo II fue aclamado como uno de los líderes más influyentes del siglo XX, recordado especialmente por ser uno de los principales símbolos del anticomunismo,7 y por su lucha contra la expansión del marxismo por lugares como Iberoamérica, donde combatió enérgicamente al movimiento conocido como la teología de la liberación, con la ayuda de su mano derecha y a la postre sucesor, Joseph Ratzinger.
Jugó asimismo un papel decisivo para poner fin al comunismo en su Polonia natal y, finalmente, en toda Europa, así como para la mejora significativa de las relaciones de la Iglesia católica con el judaísmo, el islam, la Iglesia ortodoxa oriental, y la Comunión anglicana.

Con Bill Clinton (1993). De Hernan Valencias (Colombian journalist)
Juan Pablo II tuvo que afrontar durante su pontificado y también tras su muerte diferentes controversias tanto a nivel interno de la Iglesia como en el encuentro con el mundo contemporáneo. Entre estas controversias la más célebres fueron:
Los extensos y trabajados documentos de la Congregación destacan aquellos puntos que son incompatibles con la doctrina católica.57
  • Otras críticas internas provinieron de los sectores más tradicionales, especialmente debido a la excomunión del obispo francés Marcel Lefebvre, líder del movimiento tradicionalista conocido como la Fraternidad de San Pío X, el 1 de julio de 1988 por consagrar a cuatro obispos sin autorización formal. Juan Pablo II, además de explicitar su tristeza por esa actitud,58 señaló las razones de la decisión en la Carta apostólica Ecclesia Dei presentada en forma de motu proprio: «Ese acto ha sido en sí mismo una desobediencia al Romano Pontífice en materia gravísima y de capital importancia para la unidad de la Iglesia, como es la ordenación de obispos, por medio de la cual se mantiene sacramentalmente la sucesión apostólica. Por ello, esa desobediencia —que lleva consigo un verdadero rechazo del Primado romano— constituye un acto cismático».58 Ya fallecidos Lefebvre y Juan Pablo II, y luego de recibir «el compromiso expresado» por monseñor Bernard Fellay en su nombre y en el de los otros obispos consagrados de «ser y permanecer católicos», de aceptar «todas sus enseñanzas con ánimo filial» y de creer «firmemente en el primado de Pedro y en sus prerrogativas», la censura de excomunión latae sententiae declarada por la Congregación para los Obispos el 1 de julio de 1988 fue levantada por esa misma Congregación el 21 de enero de 2009 «como signo para promover la unidad en la caridad de la Iglesia universal, y por su medio, llegar a remover el escándalo de la división».59
  • Juan Pablo II se mantuvo fiel a las normas de moral sexual emanadas de la encíclica Humanae Vitae, que recordaba la posición de la Iglesia a lo largo de los siglos sobre este tema (promulgada por Pablo VI en 1968). Al igual que Pablo VI esta posición recibió críticas por algunos sectores católicos que proclamaban un cambio de ideología en consonancia con los tiempos; condenó también el uso de anticonceptivos siguiendo a sus predecesores en el pontificado.60 Dicha posición le atrajo duras críticas de sectores que ven a la misma como un obstáculo para la lucha y la prevención de enfermedades de transmisión sexual como el SIDA y el control de la natalidad en países en vías de desarrollo. Sin embargo, dentro de sus principios éticos dio explicaciones profundas a este problema.61
  • Su oposición a relajar las exigencias de celibato de los sacerdotes, especialmente después de las presiones de muchos grupos ante los escándalos de algunos ministros en diferentes países.[cita requerida]
  • La posición de la mujer dentro de la Iglesia católica: en su vertiente doctrinal reafirmó la doctrina católica de que la mujer no puede ser ordenada sacerdote62 y en su vertiente administrativa y de gobierno, la estructura de la Iglesia, formada íntegramente por hombres ordenados, no tiene a ninguna mujer en ningún puesto relevante. Paradójicamente y pese a la confirmación de esta antigua tradición, el pontificado de Juan Pablo II es el que más avances ha tenido en cuanto a la posición de la mujer en la Iglesia católica. Algunas mujeres llegaron a representar a la Iglesia de modo oficial en conferencias internacionales. Fue además el primer papa de la historia que escribió un documento extenso dedicado a la mujer, la Carta Apóstolica "Dignidad de la Mujer" en donde se puede leer: "En el Año Mariano, la Iglesia desea dar gracias a la Santísima Trinidad por el «misterio de la mujer» y por cada mujer, por lo que constituye la medida eterna de su dignidad femenina, por las «maravillas de Dios», que en la historia de la humanidad se han cumplido en ella y por medio de ella. En definitiva, ¿no se ha obrado en ella y por medio de ella lo más grande que existe en la historia del hombre sobre la tierra, es decir, el acontecimiento de que Dios mismo se ha hecho hombre?".63
  • El carácter ecuménico del pontífice: aunque la Iglesia católica adelanta los diálogos ecuménicos con las diferentes Iglesias, en el caso de las Iglesias protestantes no reconoce a sus ministros ni a sus celebraciones eucarísticas como válidas. Sin embargo, el bautismo de las Iglesias protestantes es válido en virtud del antiguo credo ecuménico "un solo bautismo", siempre y cuando sea de acuerdo a la fórmula trinitaria. Los partidarios de Juan Pablo II, por su parte, reconocen los enormes avances que ha habido en este campo en su pontificado y la correspondencia entre más de 400 años de separación de la Reforma protestante y un proceso de diálogo comenzado abiertamente durante el Concilio Vaticano II.64
  • Intento de la Iglesia católica de imponer sus opciones morales en el ámbito civil: los críticos expresan que en materia de asuntos relacionados con la moral sexual, como la oposición a la anticoncepción, al matrimonio entre personas del mismo sexo, la experimentación con carácter terapéutico con células madre embrionarias, el aborto y la eutanasia, entre otros, es una interferencia de la Iglesia en el terreno de lo civil. A través de las conferencias episcopales o mediante la participación de la Santa Sede en numerosos organismos y conferencias internacionales, la Iglesia intenta incidir en la legislación a la que considera en contra de la naturaleza humana. Por su parte, la Iglesia, que confirma el principio de libre determinación de los pueblos, acude al derecho de participación democrática como otro sujeto social más con derecho a disentir. Por otra parte, el principal interlocutor de la doctrina y los dogmas de la Iglesia es el creyente y si bien la Iglesia y las iglesias consideran su mensaje moral de carácter universal por estar basado en la dignidad humana, el no creyente viene respetado en su libre albedrío, tal como viene expresado en el Magisterio, del cual Juan Pablo II no se apartó.65
  • También fue criticado por visitar países de gobierno dictatorial, como Chile bajo la dictadura de Pinochet o la Cuba de Fidel Castro, o por haber apoyado la labor del nuncio en Argentina durante la dictadura militar, Pío Laghi, que, según defensores de los derechos humanos[cita requerida] en Argentina, apoyó tácitamente la represión llevada a cabo por los militares. Al tiempo que esto ocurría, Juan Pablo II criticó públicamente[cita requerida], durante su visita a Nicaragua en 1983 a Ernesto Cardenal, por ocupar un cargo en el Gobierno sandinista, como ministro de educación del régimen que había derrocado la dictadura de Somoza en 1979. Estos incidentes fueron presentados por sus detractores como un alineamiento del papado con las dictaduras militares latinoamericanas. Sin embargo, para otros sectores, visitas como la efectuada a Cuba en 1998, constituyeron un intento del papa por abrir la dureza de los regímenes, como hizo en Polonia, su propio país.
  • Ha sido también criticado por su excesiva proyección externa y su supuesta obsesión por las ceremonias multitudinarias, con la consiguiente presencia en medios de comunicación. Ello habría contribuido a trivializar la figura del papa, hasta el punto de que diversos ambientes católicos le acusan de haber convertido a la Iglesia en un espectáculo de masas y no en el lugar de espiritualidad profunda que debería ser.[cita requerida] El propio Juan Pablo II, sin embargo, solía justificar sus viajes por la oportunidad de hacer presente la doctrina de la Iglesia en todas partes;66 muchas veces —afirman sus partidarios— su viaje ha sido ocasión de dar a conocer al mundo grandes injusticias que de otro modo habrían quedado oscurecidas, como las graves violaciones a la libertad y los derechos humanos en la Europa Oriental de entonces o los barrios de favelas en Brasil o el atraso económico de tantos países de África.
https://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Pablo_II

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