León X (Florencia, 11 de diciembre de 1475 – Roma, 1 de diciembre de 1521), papa nº 217 de la Iglesia católica de 1513 a 1521.
Su padre, regente de Florencia, movió sus influencias para que el hijo hiciese una rápida carrera eclesiástica: a los siete años de edad recibió la tonsura, a los ocho la administración de la abadía de Font-Douce por concesión del rey Luis XI de Francia, a los nueve fue nombrado protonotario apostólico por Sixto IV, y tres años después abad de Montecasino. Con tan solo 13 años, Inocencio VIII, que era consuegro de Lorenzo de Médici, le creó cardenal diácono de Santa María in Domnica en el consistorio celebrado en 1489, aunque dada su corta edad fue investido con las insignias cardenalicias tres años después.
http://es.wikipedia.org/wiki/Leon_X
León X |
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Después de la muerte de Julio, el Cardenal Farnese salió del cónclave a la Plaza de San Pedro gritando "¡Balas! ¡Balas!" La multitud supo de inmediato lo que quería decir. Sabían que el Papa sería Giovanni de'Medici: palle, es decir "balas" eran un elemento prominente en el escudo de los Medici.
Giovanni de 'Medici se convirtió en el Papa León X (1513-21). También tuvo varios hijos bastardos, pero su sucesor en el papado fue Giuliano de'Medici, el hijo bastardo de su hermano que llegó al trono de San Pedro con el nombre de Clemente VII (1523-34).
Cuando lo eligieron, León le dijo a Giuliano, que era cardenal: "Dios nos ha dado el papado. Disfrutémoslo". Y ciertamente lo hizo. Incluso la Enciclopedia Católica admite que León X "consideraba la corte papal un centro de diversiones."
Los habitantes de Roma se sorprendieron un poco al saber que León X no había traído su amante a Roma, sino que, a pesar de tener un hijo ilegítimo, sus preferencias no estaban en la heterosexualidad. El estadista florentino Francesco Guicciardina dijo que el nuevo papa tenía apego excesivo a la carne, "en especial a placeres que por delicadeza no se pueden mencionar". Según Joseph McCabe, León X era "un sibarita burdo, frívolo y cínico, que probablemente se entrega al vicio de la homosexualidad en el Vaticano".
"Era muy afecto a la ociosidad, al placer y a los placeres carnales, y en consecuencia tuvo muchos hijos bastardos, a quienes nombró Duques, los hizo grandes Señores; e hizo que se casaran con mujeres de las mejores familias", según cuentan los relatos contemporáneos. Amaba a los jovencitos y al licor. También fue patrono de Miguel Ángel y Raphael.
Es posible que el origen de su homosexualidad sea el hecho de que desde su infancia lo encerraron en diversas abadías y prioratos. Lo nombraron abad a los siete años, a los once tomó posesión de la famosa Abadía de Monte Casino y a los trece ya era cardenal; el más joven de la historia, aunque Benedicto IX había llegado a Papa a los doce años.
Siendo Cardenal, inició el tipo de vida que tenía la intención de continuar. De inmediato empezó a vender indulgencias para enriquecer a su familia. Al parecer, fue discreto respecto a sus inclinaciones sexuales, y sólo "salieron a la luz" cuando llegó al papado. Pronto estas inclinaciones fueron evidentes. Su amigo y biógrafo, el Obispo Biovio, dijo abiertamente: "Tampoco estuvo libre de la desgracia ya que al parecer tenía un amor desordenado hacia algunos de sus camarlengos, que eran miembros de las familias más nobles de Italia, les hablaba con ternura y hacía bromas". Era obvio que había practicado la sodomía por años. Cuando lo eligieron, padecía úlceras crónicas en la espalda y tuvieron que llevarlo al cónclave en camilla.
Su coronación fue más como la de un Emperador que la de un Papa. El Cardenal Farnese puso la tiara papal en la cabeza de León X y dijo: "Recibe la tiara adornada con tres coronas y sabe que eres padre de príncipes y reyes, triunfador sobre todo el mundo en la tierra y Vicario de Nuestro Señor Jesucristo a quien se debe honor y gloria infinitos."
Más tarde León, vistiendo una túnica bordada en oro y cubierta de joyas, montó un caballo turco blanco para encabezar una procesión de 2500 tropas y 400 reyes, príncipes, prelados y nobles, a lo largo de una ruta adornada con banderas, adornos y estatuas de santos, entre las que se habían colocado estatuas de dioses romanos. Pasaron por el Foro Romano, el Coliseo y el Palacio Lateranense. Para esta procesión de su coronación, ordenó construir un arco con esta leyenda: "Marte ha reinado, Pallas le siguió, pero el reinado de Venus sigue por siempre".
Durante la noche hubo celebraciones y fuegos artificiales. Toda esta extravagancia le costó 100.000 ducados. Esa noche, celebró su coronación en privado con su amante Alfonso Petrucci de Siena, a quien León nombró cardenal.
León era generoso con las diversiones que proporcionaba a su amante. Era un gran cazador y un consumado gourmet, y tenía un coto de caza cerca de Roma para su uso exclusivo y el de los cardenales, el cual abarcaba diez millas cuadradas de bosque. A cualquier intruso que fuera encontrado ahí, se le cortaban las manos y los pies, se quemaba su casa y sus hijos eran vendidos como esclavos.
Le encantaba organizar bailes de máscaras para sus cardenales y sus damas, y ofrecía suntuosos banquetes en los que de los pudines salían jóvenes desnudos. Una comida, a la que asistió el embajador de Venecia, constó de sesenta y cinco platos, con tres platillos cada uno, servidos a una velocidad asombrosa.
"Apenas habíamos acabado de comer un delicioso platillo, cuando ponían ante nosotros otro plato", escribió su Excelencia, y todo se sirvió en vajillas finísimas, que su Eminencia poseía en gran cantidad. Al final de la comida, nos levantamos de la mesa que estaba repleta de deliciosos alimentos; el ambiente estaba lleno de los sonidos del concierto continuo que se tocaba tanto adentro como a la intemperie y con cada instrumento que se pudiera conseguir en Roma: flautines, clavicordios, liras de cuatro cuerdas, y las voces de un coro".
Los platillos incluían sesos de monos, lenguas de perico, peces vivos de Constantinopla, carne de simio, codorniz y ciervo, todo preparado con exquisitas salsas y servido con vinos aromáticos y fruta de tres continentes. León era inmensamente rico, así que se ahorraba el lavado de platos haciendo que las vajillas de plata se lanzaran al Tíber al terminarse cada platillo.
Adquirió la reputación de ser en extremo extravagante. Entre otras cosas, solía jugar a las cartas con sus cardenales y permitía que el público se sentara como espectador. Cada vez que ganaba una mano, lanzaba puñados de monedas de oro a la multitud. El costo de sus actividades culturales y militares, aunado a su gusto por ornamentos papales cada vez más caros, finalmente llevó a la tesorería papal a la quiebra.
León también era muy bromista. En una ocasión, hizo que cubrieran carroña con una salsa de sabor fuerte. Fingiendo que era un platillo papal, se lo sirvió a los pobres. Hizo que un sacerdote anciano llamado Barballo, que estaba orgulloso de sus malos versos, fuera nombrado poeta laureado. Después de otorgarle la corona de laurel, se hizo un desfile en su honor, y el viejo poeta iba montando un elefante blanco que el Rey de Portugal le había obsequiado al Papa.
León tenía un archivo con información sobre el mal comportamiento de otros con el propósito de chantajearlos. Una noche, un noble romano, Lorenzo Strozzi, invitó al Cardenal Cibó y a otros tres cardenales a una fiesta privada. Cuando los invitados llegaron, los hicieron entrar a una funeraria, llena de calaveras, cuerpos desnudos, sangre, cabezas de cerdo e instrumentos de tortura. Después fueron llevados a un opulento comedor donde meseras y meseros de excelente apariencia servían exquisitos platillos. Mientras comían, se divertían viendo payasos, bufones y músicos. El clímax de la noche fue un espectáculo presentado por Madre Mía, la prostituta más solicitada de Roma y su grupo.
A las 7 de la mañana del día siguiente, había un informe sobre la fiesta de Strozzi sobre el escritorio de León X. Mandó llamar a Cibó y le preguntó cuál era el origen de la expresión española "Madre Mía". ¿Se refería tal vez a la Madre de Cristo?, Aunque Cibó todavía estaba sufriendo una resaca, entendió lo que el Papa quería decir.
León también presentaba obras teatrales en su palacio, pero prefería comedias atrevidas y farsas más o menos indecentes a obras dramáticas serias. Uno de los autores de estas obras libertinas era un hombre importante de la Iglesia, el Cardenal Bibbiena.
En un carnaval de primavera, León produjo una obra teatral en la que aparecían ocho ermitaños y una "virgen". La mujer, desnuda, representaba a Venus, y los ermitaños se convertían en sus lujuriosos amantes, que después se asesinaban unos a otros por su amor.
"Es difícil juzgar qué deleita más a Su Santidad: los méritos de los eruditos o las artimaños de los necios", dijo Pietro Aretino, quien disfrutaba del patrocinio de León X. Es bien conocido como autor de obras pornográficas durante el Renacimiento, y se hizo famoso al escribir los sonetos que acompañarían a los dibujos de las 16 posturas sexuales conocidas hechas por Giuliano Romano, un talentoso discípulo de Raphael, que también es responsable de muchos de los frescos del Vaticano. Esta obra fue notoria en Roma en esa época. En 1516, Aretino escribió, en broma, un testamento sobre Hanno, el elefante favorito de León X, en el que heredaba los enormes genitales del animal a uno de los cardenales más lujuriosos del Papa.
Ese mismo año, cuando Roma se divertía al máximo, se realizó un capítulo general, que denunció los intolerables abusos de algunos abades que ignoraban toda obediencia a la regla del celibato y se atrevían a tener mujeres, con el pretexto de que las necesitaban para servicios domésticos. León X hizo un débil esfuerzo para reformar las cosas, prohibiendo la venta sistemática de licencias de concubinato al clero. Eso no ayudó. El artista renacentista, Benvenuto Cellini, que padecía sífilis, informó tristemente que "la enfermedad era muy común entre los sacerdotes".
León elevó la simonía a nuevas alturas, con el fin de conseguir fondos para su nuevo proyecto. Contra toda prudencia, decidió demoler la Basílica Celestina, que tenía 12 siglos de existencia, y construir una nueva. Aunque había 7000 prostitutas registradas en roma para una población de menos de 50000 habitantes, los burdeles del Papa no producían suficiente dinero. De modo que a León no le afectó vender puestos de cardenales a ateos, si podían cubrir el precio adecuado que era de 24.999 a 70000 ducados.
El amante de León, Alfonso Petrucci, no tuvo que pagar por su título, pero en cuanto fue nombrado cardenal, se dio cuenta que estaba solo a un paso del papado. Sobornó al médico florentino Battista de Vercelli para que envenenara a León, introduciéndole veneno en el ano mientras le operaba las hemorroides. Por desgracia, la policía secreta del Papa interceptó una nota en que se describía el plan. Bajo tortura, de Vercelli confesó y fue ahorcado, desollado y descuartizado.
Sabiendo que su numerito se había terminado, Petrucci huyó. Pero León mandó al embajador de España a decirle que le garantizaba salvoconducto si regresaba a Roma de inmediato. Petrucci cometió el error de aceptar. En cuanto llegó a Roma, León hizo que lo encerraran en el terrible calabozo de Sammarocco, en los sótanos del Castillo de Sant' Angelo. Todos los días lo torturaban en el potro. Cuando el embajador de España se quejó de que se había manchado su palabra de honor, ya que él había garantizado un salvoconducto a Petrucci, León le dijo: "No es necesario cumplir las promesas hechas a un envenenador".
En la confesión que hizo bajo tortura, Petrucci admitió: "En ocho ocasiones, yo el Cardenal Petrucci, fui al consistorio con una daga bajo mi ropa esperando la oportunidad para matar a de' Medici".
Petrucci fue condenado a muerte. Pero como el Papa no podía permitir que un cristiano pusiera un dedo sobre un príncipe de la Iglesia, hizo que un moro estrangulara a Petrucci. Con el debido respeto a su categoría, se utilizó una cuerda de seda color púrpura para acabar con su vida.
Se absolvió a otros cuatro cardenales que habían sido parte del complot, pero sólo después de presentar cuantiosas reparaciones. Después, León se confortó con un muchacho cantante llamado Solimando, que era nieto del sultán Mehmet, un turco que se apoderó de Constantinopla en 1453. El Padre de Solimando, que era nieto del Sultán Djem, que había sido asesinado por Alejandro VI por órdenes de su hermano el Sultán Bayezid.
Se decía que León X era ateo. Después de escuchar al Cardenal Bembo hablar sobre el gozoso mensaje de Nuestro Señor, León comentó que a lo largo de la historia había sido bien conocido para el mundo que la fábula de Cristo "ha producido ganancias para nosotros y nuestros asociados".
Esta actitud cínica hacia el papado fue la gota que derramó el vaso. Durante el reinado de León X, Martín Lutero clavó sus noventa y cinco tesis en la puerta de la iglesia de Wittenburg, denunciando la venta de indulgencias, la simonía y la corrupción. Después también se rebeló contra el celibato clerical. La vida sexual de los Papas, de Nigel Cawthorne
Giovanni de 'Medici se convirtió en el Papa León X (1513-21). También tuvo varios hijos bastardos, pero su sucesor en el papado fue Giuliano de'Medici, el hijo bastardo de su hermano que llegó al trono de San Pedro con el nombre de Clemente VII (1523-34).
Cuando lo eligieron, León le dijo a Giuliano, que era cardenal: "Dios nos ha dado el papado. Disfrutémoslo". Y ciertamente lo hizo. Incluso la Enciclopedia Católica admite que León X "consideraba la corte papal un centro de diversiones."
Los habitantes de Roma se sorprendieron un poco al saber que León X no había traído su amante a Roma, sino que, a pesar de tener un hijo ilegítimo, sus preferencias no estaban en la heterosexualidad. El estadista florentino Francesco Guicciardina dijo que el nuevo papa tenía apego excesivo a la carne, "en especial a placeres que por delicadeza no se pueden mencionar". Según Joseph McCabe, León X era "un sibarita burdo, frívolo y cínico, que probablemente se entrega al vicio de la homosexualidad en el Vaticano".
"Era muy afecto a la ociosidad, al placer y a los placeres carnales, y en consecuencia tuvo muchos hijos bastardos, a quienes nombró Duques, los hizo grandes Señores; e hizo que se casaran con mujeres de las mejores familias", según cuentan los relatos contemporáneos. Amaba a los jovencitos y al licor. También fue patrono de Miguel Ángel y Raphael.
Es posible que el origen de su homosexualidad sea el hecho de que desde su infancia lo encerraron en diversas abadías y prioratos. Lo nombraron abad a los siete años, a los once tomó posesión de la famosa Abadía de Monte Casino y a los trece ya era cardenal; el más joven de la historia, aunque Benedicto IX había llegado a Papa a los doce años.
Siendo Cardenal, inició el tipo de vida que tenía la intención de continuar. De inmediato empezó a vender indulgencias para enriquecer a su familia. Al parecer, fue discreto respecto a sus inclinaciones sexuales, y sólo "salieron a la luz" cuando llegó al papado. Pronto estas inclinaciones fueron evidentes. Su amigo y biógrafo, el Obispo Biovio, dijo abiertamente: "Tampoco estuvo libre de la desgracia ya que al parecer tenía un amor desordenado hacia algunos de sus camarlengos, que eran miembros de las familias más nobles de Italia, les hablaba con ternura y hacía bromas". Era obvio que había practicado la sodomía por años. Cuando lo eligieron, padecía úlceras crónicas en la espalda y tuvieron que llevarlo al cónclave en camilla.
Su coronación fue más como la de un Emperador que la de un Papa. El Cardenal Farnese puso la tiara papal en la cabeza de León X y dijo: "Recibe la tiara adornada con tres coronas y sabe que eres padre de príncipes y reyes, triunfador sobre todo el mundo en la tierra y Vicario de Nuestro Señor Jesucristo a quien se debe honor y gloria infinitos."
Más tarde León, vistiendo una túnica bordada en oro y cubierta de joyas, montó un caballo turco blanco para encabezar una procesión de 2500 tropas y 400 reyes, príncipes, prelados y nobles, a lo largo de una ruta adornada con banderas, adornos y estatuas de santos, entre las que se habían colocado estatuas de dioses romanos. Pasaron por el Foro Romano, el Coliseo y el Palacio Lateranense. Para esta procesión de su coronación, ordenó construir un arco con esta leyenda: "Marte ha reinado, Pallas le siguió, pero el reinado de Venus sigue por siempre".
Durante la noche hubo celebraciones y fuegos artificiales. Toda esta extravagancia le costó 100.000 ducados. Esa noche, celebró su coronación en privado con su amante Alfonso Petrucci de Siena, a quien León nombró cardenal.
León era generoso con las diversiones que proporcionaba a su amante. Era un gran cazador y un consumado gourmet, y tenía un coto de caza cerca de Roma para su uso exclusivo y el de los cardenales, el cual abarcaba diez millas cuadradas de bosque. A cualquier intruso que fuera encontrado ahí, se le cortaban las manos y los pies, se quemaba su casa y sus hijos eran vendidos como esclavos.
Le encantaba organizar bailes de máscaras para sus cardenales y sus damas, y ofrecía suntuosos banquetes en los que de los pudines salían jóvenes desnudos. Una comida, a la que asistió el embajador de Venecia, constó de sesenta y cinco platos, con tres platillos cada uno, servidos a una velocidad asombrosa.
"Apenas habíamos acabado de comer un delicioso platillo, cuando ponían ante nosotros otro plato", escribió su Excelencia, y todo se sirvió en vajillas finísimas, que su Eminencia poseía en gran cantidad. Al final de la comida, nos levantamos de la mesa que estaba repleta de deliciosos alimentos; el ambiente estaba lleno de los sonidos del concierto continuo que se tocaba tanto adentro como a la intemperie y con cada instrumento que se pudiera conseguir en Roma: flautines, clavicordios, liras de cuatro cuerdas, y las voces de un coro".
Los platillos incluían sesos de monos, lenguas de perico, peces vivos de Constantinopla, carne de simio, codorniz y ciervo, todo preparado con exquisitas salsas y servido con vinos aromáticos y fruta de tres continentes. León era inmensamente rico, así que se ahorraba el lavado de platos haciendo que las vajillas de plata se lanzaran al Tíber al terminarse cada platillo.
Adquirió la reputación de ser en extremo extravagante. Entre otras cosas, solía jugar a las cartas con sus cardenales y permitía que el público se sentara como espectador. Cada vez que ganaba una mano, lanzaba puñados de monedas de oro a la multitud. El costo de sus actividades culturales y militares, aunado a su gusto por ornamentos papales cada vez más caros, finalmente llevó a la tesorería papal a la quiebra.
León también era muy bromista. En una ocasión, hizo que cubrieran carroña con una salsa de sabor fuerte. Fingiendo que era un platillo papal, se lo sirvió a los pobres. Hizo que un sacerdote anciano llamado Barballo, que estaba orgulloso de sus malos versos, fuera nombrado poeta laureado. Después de otorgarle la corona de laurel, se hizo un desfile en su honor, y el viejo poeta iba montando un elefante blanco que el Rey de Portugal le había obsequiado al Papa.
León tenía un archivo con información sobre el mal comportamiento de otros con el propósito de chantajearlos. Una noche, un noble romano, Lorenzo Strozzi, invitó al Cardenal Cibó y a otros tres cardenales a una fiesta privada. Cuando los invitados llegaron, los hicieron entrar a una funeraria, llena de calaveras, cuerpos desnudos, sangre, cabezas de cerdo e instrumentos de tortura. Después fueron llevados a un opulento comedor donde meseras y meseros de excelente apariencia servían exquisitos platillos. Mientras comían, se divertían viendo payasos, bufones y músicos. El clímax de la noche fue un espectáculo presentado por Madre Mía, la prostituta más solicitada de Roma y su grupo.
A las 7 de la mañana del día siguiente, había un informe sobre la fiesta de Strozzi sobre el escritorio de León X. Mandó llamar a Cibó y le preguntó cuál era el origen de la expresión española "Madre Mía". ¿Se refería tal vez a la Madre de Cristo?, Aunque Cibó todavía estaba sufriendo una resaca, entendió lo que el Papa quería decir.
León también presentaba obras teatrales en su palacio, pero prefería comedias atrevidas y farsas más o menos indecentes a obras dramáticas serias. Uno de los autores de estas obras libertinas era un hombre importante de la Iglesia, el Cardenal Bibbiena.
En un carnaval de primavera, León produjo una obra teatral en la que aparecían ocho ermitaños y una "virgen". La mujer, desnuda, representaba a Venus, y los ermitaños se convertían en sus lujuriosos amantes, que después se asesinaban unos a otros por su amor.
"Es difícil juzgar qué deleita más a Su Santidad: los méritos de los eruditos o las artimaños de los necios", dijo Pietro Aretino, quien disfrutaba del patrocinio de León X. Es bien conocido como autor de obras pornográficas durante el Renacimiento, y se hizo famoso al escribir los sonetos que acompañarían a los dibujos de las 16 posturas sexuales conocidas hechas por Giuliano Romano, un talentoso discípulo de Raphael, que también es responsable de muchos de los frescos del Vaticano. Esta obra fue notoria en Roma en esa época. En 1516, Aretino escribió, en broma, un testamento sobre Hanno, el elefante favorito de León X, en el que heredaba los enormes genitales del animal a uno de los cardenales más lujuriosos del Papa.
Ese mismo año, cuando Roma se divertía al máximo, se realizó un capítulo general, que denunció los intolerables abusos de algunos abades que ignoraban toda obediencia a la regla del celibato y se atrevían a tener mujeres, con el pretexto de que las necesitaban para servicios domésticos. León X hizo un débil esfuerzo para reformar las cosas, prohibiendo la venta sistemática de licencias de concubinato al clero. Eso no ayudó. El artista renacentista, Benvenuto Cellini, que padecía sífilis, informó tristemente que "la enfermedad era muy común entre los sacerdotes".
León elevó la simonía a nuevas alturas, con el fin de conseguir fondos para su nuevo proyecto. Contra toda prudencia, decidió demoler la Basílica Celestina, que tenía 12 siglos de existencia, y construir una nueva. Aunque había 7000 prostitutas registradas en roma para una población de menos de 50000 habitantes, los burdeles del Papa no producían suficiente dinero. De modo que a León no le afectó vender puestos de cardenales a ateos, si podían cubrir el precio adecuado que era de 24.999 a 70000 ducados.
El amante de León, Alfonso Petrucci, no tuvo que pagar por su título, pero en cuanto fue nombrado cardenal, se dio cuenta que estaba solo a un paso del papado. Sobornó al médico florentino Battista de Vercelli para que envenenara a León, introduciéndole veneno en el ano mientras le operaba las hemorroides. Por desgracia, la policía secreta del Papa interceptó una nota en que se describía el plan. Bajo tortura, de Vercelli confesó y fue ahorcado, desollado y descuartizado.
Sabiendo que su numerito se había terminado, Petrucci huyó. Pero León mandó al embajador de España a decirle que le garantizaba salvoconducto si regresaba a Roma de inmediato. Petrucci cometió el error de aceptar. En cuanto llegó a Roma, León hizo que lo encerraran en el terrible calabozo de Sammarocco, en los sótanos del Castillo de Sant' Angelo. Todos los días lo torturaban en el potro. Cuando el embajador de España se quejó de que se había manchado su palabra de honor, ya que él había garantizado un salvoconducto a Petrucci, León le dijo: "No es necesario cumplir las promesas hechas a un envenenador".
En la confesión que hizo bajo tortura, Petrucci admitió: "En ocho ocasiones, yo el Cardenal Petrucci, fui al consistorio con una daga bajo mi ropa esperando la oportunidad para matar a de' Medici".
Petrucci fue condenado a muerte. Pero como el Papa no podía permitir que un cristiano pusiera un dedo sobre un príncipe de la Iglesia, hizo que un moro estrangulara a Petrucci. Con el debido respeto a su categoría, se utilizó una cuerda de seda color púrpura para acabar con su vida.
Se absolvió a otros cuatro cardenales que habían sido parte del complot, pero sólo después de presentar cuantiosas reparaciones. Después, León se confortó con un muchacho cantante llamado Solimando, que era nieto del sultán Mehmet, un turco que se apoderó de Constantinopla en 1453. El Padre de Solimando, que era nieto del Sultán Djem, que había sido asesinado por Alejandro VI por órdenes de su hermano el Sultán Bayezid.
Se decía que León X era ateo. Después de escuchar al Cardenal Bembo hablar sobre el gozoso mensaje de Nuestro Señor, León comentó que a lo largo de la historia había sido bien conocido para el mundo que la fábula de Cristo "ha producido ganancias para nosotros y nuestros asociados".
Esta actitud cínica hacia el papado fue la gota que derramó el vaso. Durante el reinado de León X, Martín Lutero clavó sus noventa y cinco tesis en la puerta de la iglesia de Wittenburg, denunciando la venta de indulgencias, la simonía y la corrupción. Después también se rebeló contra el celibato clerical. La vida sexual de los Papas, de Nigel Cawthorne
León X derrochaba tan solo para sus placeres de mesa de diez a doce mil ducados semanales. Historia criminal del cristianismo. (K. Deschner )
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