viernes, 25 de enero de 2013

SUICIDIO EN ESPAÑA



Decir que algo va mal en este mundo es una tontería. Y es una tontería, simplemente porque todo el mundo lo sabe.
El problema es saber exactamente qué es lo que está pasando.

 He ido a dar una vuelta por la ciudad. Cada vez hay más pobres pidiendo limosna. Cuando yo nací, allá por 1955 los efectos de la posguerra estaban ya muy amortigüados y aunque la gente era más bien pobre,  no estaba ahogada por los bancos hasta el punto de quitarse la vida ahorcándose o tirándose por la ventana. Yo no puedo decir que aquel tiempo pasado fue mejor; pero tampoco peor. Con esto de la globalización mi ciudad está llena de emigrantes. Unos dicen que viven bien con las subvenciones otros que no viven tan bien; yo creo que no se puede vivir bien vendiendo cosas por los bares o tendiendo las mercancías en la acera vigilando que no venga la policía municipal a quitarte el género. A la vuelta, en el metro, un pobre retrasado de más de cien kilos de peso nos daba conversación diciéndonos que llevaba siete años siendo malo y que los reyes le traerían carbón. Ahora va a resultar que los pobres retrasados tienen más conciencia y remordimientos que nuestros banqueros, jueces y policia que no se cortan un pelo al echar a la gente a la calle robándoles su casa y el dinero que por ella pagaron religiosamente y que en muchos casos es más de la mitad de su valor.
El veneno está empapando esta sociedad, y los muertos ya hace tiempo que estan presentes en este sistema económico lleno de usureros al más puro estilo de aquellos judios tan odiados que nos cuentan las crónicos medievales.
Esta gente dirige el mundo delante de nuestras narices con el único objetivo de hacerse cada vez más y más ricos sin importarles cuantas vidas arruinan por el camino.
Solo cabe la esperanza de que el veneno que han servido en copas de cristal a todo el mundo les haga efecto también a ellos.

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