domingo, 27 de septiembre de 2015

Manuel Ballesteros

Manuel Ballesteros comenzó su carrera en Valencia, al frente de la Brigada Político Social (BPS), el instrumento policial de represión política por excelencia del Franquismo. Su paso por la capital del Túria dejó un terrible recuerdo entre comunistas, sindicalistas y demócratas antifranquistas en general. El objetivo de la BPS era descabezar cíclicamente los movimientos antifranquistas de la época. En la madrugada del 11 de noviembre de 1968, 36 militantes antifranquistas fueron detenidos y torturados salvajemente por Ballesteros y sus hombres de la BPS. Entre estos detenidos el caso del dirigente comunista Antonio Palomares pasó a la historia de la infamia. Palomares, que años más tarde sería diputado en el Congreso y en las Corts valencianas por el Partido Comunista, recibió brutales palizas y fue sometido en repetidas ocasiones al ‘tostadero’ (un somier metálico conectado a corrientes eléctricas). Palomares, fallecido el pasado marzo de 2007, resistió las torturas y no delató a sus compañeros. La cúpula del partido no cayó. Pero salió de las sesiones de tortura comandadas por Ballesteros con dos centímetros menos de altura, con tres vértebras soldadas, el diafragma deformado y el ritmo respiratorio trastornado. Su foto, con el rostro destrozado, fue tan evidente que relevaron a Ballesteros de su cargo.
 
Manuel Ballesteros

El filósofo y editor Vicent Raga recuerda perfectamente a Ballesteros. “Fui el último detenido de una redada iniciada contra el PC y Comisiones Obreras y pasé cuatro días incomunicado oyendo cómo pegaban a los vecinos de celda”, recuerda. Raga, que contaba entonces con 18 años de edad, fue detenido a finales de marzo de 1969. Enseguida sus padres se movilizaron para evitar que sufriera torturas. “Lo más pintoresco de lo que me pasó es que, sin pegarme ni un bofetón, el señor Ballesteros junto con otro policía, me llevó ya de noche a El Saler [localidad muy próxima a Valencia] y, en vez de aplicarme las descargas eléctricas, me sometieron a un simulacro de ejecución”, recuerda. “Incluso cuando volvíamos pensaba que el peligro no había pasado y pasé los días siguientes pensando que eso se podía reproducir”, añade. Tras cuatro días en comisaría pasó a la cárcel Modelo de Valencia antes de ser liberado. “En las duchas de la cárcel ví gente con el vientre ennegrecido, con las puntas de los dedos quemadas”, afirma. Y añade: “Palomares perdió dos centímetros de altura. Son cosas sabidas”. “El señor Ballesteros, que accedió en la Transición a los puestos de la más alta responsabilidad de la lucha antiterrorista, estuvo de torturador profesional, fue responsable de torturas físicas”, exclama indignado. Un antiguo mando policial que conoció muy de cerca a Ballesteros en aquella época en la Jefatura Superior de Policía de Valencia recuerda que “les atornillaba bien” a los opositores al régimen. “Tenía una mala leche impresionante”, añade. Raga lo recuerda como “un personaje frío, que daba miedo, el trato con él resultaba sobrecogedor, un señor capaz de todo; muy bronco y áspero”. “Estoy seguro de que Ballesteros intervino en las torturas a los otros prisioneros, las ordenó y las presenció; tenía una crueldad sin restricciones”, afirma. “Ponía todo su empeño en la tortura. Era un profesional de la tortura”, destaca 39 años después de conocerlo en tan sobrecogedora situación.

https://www.diagonalperiodico.net/saberes/manuel-ballesteros-ponia-todo-su-empeno-la-tortura-era-verdadero-profesional.html 

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