martes, 8 de marzo de 2011

718-1492 GUERRAS ESPAÑOLAS DE RECONQUISTA: ESPAÑA VS ARABES


718: Pelayo, noble visigodo que ha sido elegido rey, derrota al ejército musulmán en Alcama, en los alrededores de Covadonga, comenzando así la Reconquista cristiana de España.
750: Los cristianos, bajo el reinado de Alfonso I, ocupan Galicia, que había sido abandonada por tropas rebeldes beréberes.
778: El ejército de Carlomagno es derrotado en Roncesvalles a manos de los Vascones. Muerte de Roland.
Rendición de Granada
791-842: Alfonso II conquista varias fortalezas y se asienta en tierras al sur del Duero.
873-898: Wifredo el Velloso, conde de Barcelona, establece un reino cristiano con un cierto grado de independencia de los reyes francos.
905-926: Sancho I Garcés crea un reino vasco centrado en Navarra
930-950: Ramiro II, rey de León, derrota a Abdal-Rahman III en Simancas, Osma y Talavera.
950-951: El conde Fernan González pone los cimientos de la independencia de Castilla.
981: Ramiro I es derrotado por Almanzor en Rueda y es obligado a pagar tributo al califa de Córdoba.
999-1018: Alfonso V de León reconstruye su reino.
1000-1033: Sancho III de Navarra somete los condados de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza, toma posesión del condado de Castilla y establece un acuerdo con Bermudo III de León, con la idea de arrebatarle sus dominios y proclamarse emperador. Sin embargo, a su muerte, deja el trono de Navarra a su hijo García III, Castilla a Fernando I y Aragón, Sobrarbe y Ribagorza a Ramiro I.
1035-1063: Fernando I conquista Coimbra y obliga a los musulmanes de Toledo, Sevilla y Badajoz a pagarle tributo. Antes de su muerte, divide los territorios entre sus hijos: Castilla para Sancho II y León para Alfonso VI.
1065-1109: Alfonso VI une los dos reinos bajo su cetro y toma Toledo.
1086: El avance cristiano obliga a los reyes musulmanes de Granada, Sevilla y Badajoz a pedir ayuda a los Almorávides.
1102: Los seguidores del Cid salen de Valencia y los musulmanes africanos ocupan la península hasta Zaragoza.
1118: Alfonso I de Aragón conquista Zaragoza.
1135: Alfonso VII de León restaura el prestigio de la monarquía leonesa y es proclamado emperador.
1151: Los Almohades, otra dinastía africana que había sustituido a los Almorávides, recuperan Almería.
1162: Alfonso II, hijo de Petronila y Ramón Berenguer IV, une en su persona el reino de Aragón y el condado de Barcelona.
1195: Los Almohades vencen a los castellanos en Alarcos.
1212: Culminación de la Reconquista. Alfonso VIII de Castilla, ayudado por Sancho VIII de Navarra, Pedro II de Aragón y algunas tropas de Portugal, sale victorioso en la batalla de Las Navas de Tolosa.
1229: Jaime I de Aragón, el Conquistador, recupera Mallorca.
1230: Alfonso IX de León avanza por el río Guadiana, toma Mérida y Badajoz y abre camino a la conquista de Sevilla.
1217-1252: Fernando III, rey de Castilla y León, conquista Córdoba, Murcia, Jaén y Sevilla. Granada permanece como el único reino musulmán independiente.
1252-1284: Alfonso X el Sabio continúa la Reconquista y ha de enfrentarse con las revueltas mudéjares de Andalucía y Murcia. Aspira a ser elegido emperador del Sacro Imperio Romano en 1257. Alfonso X redacta el ìFuero de las Leyesî, predecesor de ìLas Siete Partidasî.
1284: Una asamblea de nobles, prelados y ciudadanos depone a Alfonso X y otorgan el poder a su hijo Sancho IV.
1309: Fernando IV toma Gibraltar.
1312-1350: Alfonso XI lucha por el reino de Granada durante 25 años y en 1340 gana la batalla de Río Salado.
1369: Pedro I el Cruel es asesinado en Montiel por su hermanastro, Enrique de Trastámara, que gobierna como Enrique II.
1385: Los portugueses vencen a los castellanos en Aljubarrota.
1464: Enrique IV de Castilla nombra como heredera al trono a su hija, la futura Isabel I la Católica, y deshereda a su hija Juana, conocida como ìLa Beltranejaî.
1469: Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón contraen matrimonio, consumando así la unidad de España.
1492: Los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, Completan la Reconquista con la toma de Granada (2 de enero) aprovechándose de la rivalidad entre los últimos gobernadores musulmanes de España. Descubrimiento de América (12 de octubre).

La reconquista es un caso único en el conjunto de los pueblos europeos. Una guerra que no tuvo tregua durante casi siete siglos, con una frontera incierta, movediza, que avanzaba cuando tenía la oportunidad de tomar una ciudad estratégica, y retrocedía cuando se reorganizaba el Al-Andalus. La reconquista comienza con la rebelión iniciada por Pelayo y los astures en el 718 y la batalla de Covadonga en el 722, y termina en Granada en 1492. De todos los territorios conquistados por el Islam, España fue el primero que consiguen reconquistar los cristianos y el único hasta la reconquista de Hungría en 1699.
Hacia el 911 se pone por escrito la tradición en torno a la figura de Pelayo y su levantamiento contra el poder Musulmán. Pelayo, nacido en Asturias, era hijo del duque visigodo, Favila. Había sido desterrado de Toledo por el rey Witiza. Ingresa luego en el ejército de Rodrigo. Después de la conquista musulmana, el musulmán Munuza, a cargo del gobierno de Asturias, se casa con la hermana de Pelayo y envía a éste confinado a Córdoba. Pelayo escapa, y volviendo a Asturias es elegido rey por algunos cristianos astures y fugitivos del sur. Los musulmanes mandan contra Pelayo una expedición de castigo al mando de al-Qâma y del obispo Oppas. Pelayo se retira a una cueva, luego llamada Santa María o Covadonga. Pelayo acuertelado allí se negó a rendirse, derrotando a algunos de sus perseguidores, y dando a la fuga al resto. Pelayo al parecer, gobernó Asturias desde Cangas de Onís, expandiendo su reino hacia el norte, hasta la costa y luego hacia el este y el oeste, hasta que murió en 737. Esta es la historia que aparece en la Crónica del rey Alfonoso III (c. 911).
Después de Pelayo
Al este del señorío de Pelayo había un reino parecido al Astur: el duque Pedro gobernaba la región Cántabra. A la muerte del hijo y sucesor de Pelayo, Favila (739), el hijo del duque Pedro, Alfonso casó con Ermesinda, hija de Pelayo y unió Cantabria y Asturias bajo su cetro, pasando a ser Alfonso I. En el 741 los bereberes musulmanes abandonan las llanuras septentrionales por una guerra civil interna permitiendo a Alfonso I cruzar la cordillera Cantábrica y avanzar por primera vez hacia el sur. Llegó en el 754 casi hasta Coria, tomando todas las ciudades abandonadas por los bereberes, luego a través de la llanura del Duero hasta Salamanca, Avila y Segovia por el sur, y hasta Miranda del Ebro por el este. Frente a la imposibilidad de ocupar todo el vasto territorio se limitó a destruir las fortificaciones, matar a los musulmanes y llevarse a los cristianos a su reino. Quedan así cientos de kilómetros despoblados. Se da inicio así a los que Sánchez Albornoz llamara la táctica de «desierto estratégico»; una barrera fronteriza, despoblada, que sirvió de límite histórico movil durante los siete siglos de la reconquista.(2) Esta frontera creará una mentalidad en ambos grupos, impregnará la cultura y el modo de ser hispano.
Significación de la lucha contra los musulmanes
Frente a este proceso histórico habría que preguntarse si se trató de una «conquista» o de una «reconquista». Las fuentes indicarían lo segundo, pero no hay que olvidar la reelaboración ideológica posterior. De todas maneras, este gran movimiento se apoyará en dos presupuestos ideológicos: la restauración del reino Visigodo y la idea de cruzada gestada en la europa medieval.
La «restauración» del reino visigodo
La vinculación paradigmática con el reino godo se inicia tempranamente, posiblemente en el reinado de Alfonso II (791-842) en el incipiente reino Astur. Veíamos que por influencia de grupos emigrados del Al-Andalus, se reconstruye la corte de estos reinos con el paradigma godo en mente (leyes, organización de la corte, etc.). La Iglesia juega también un papel fundamental ya que la identificación de Reino Astur con un reino cristiano, la hacía inmediata heredera del reino Visigodo. Un elemento a no desdeñar en este proceso es el culto al apóstol Santiago, culto que surge en esta época y va a ser fomentado por príncipes con la imagen de «patrono».
La idea de cruzada

La idea de cruzada es de más tardía aparición. Es dificil encontrar la raíz de la idea de guerra religiosa. El mundo patrístico griego en general repudiaba el concepto. No sería extraño que la principal influencia viniera del Islam. De todas maneras, España va a ser un laboratorio en occidente de lo que luego serán los grandes movimientos de las cruzadas a partir del siglo XI. En general se considera a una campaña militar como «cruzada cuando confluyen los siguientes elementos: participación de caballeros de diferentes naciones; sanción pontificia de la expedición; promesa y conquista de beneficios materiales y espirituales (indulgencias, bulas etc.).
Desde el punto de vista iconográfico tengamos presente la imagen de «Santiago mata moros» (Santiago apostol, a caballo, con espada en mano, degollando moros). La tradición del «soldado de Cristo» es tópico en las órdenes religiosas y en la espiritualidad de los siglos XIII al XV dando lugar a las órdenes de caballería. En el siglo XVI, por influencia de los humanistas va a tender a espiritualizarse: la lucha contra el infiel se convertirá en lucha contra los pecados y los vicios (cf. para el caso español la amplia difusión que tuvo el Enchiridion militis Christi (Manual del caballero cristiano) de Erasmo de Rotterdam).
Los reinos cristianos españoles fueron frontera de Europa durante siglos y bastantes peculiaridades de su desarrollo se deben a esta condición, aunque su entendimiento histórico sólo puede conseguirse dentro de las coordenadas comunes al Occidente medieval. La reconquista es un concepto originado en aquellos siglos según el cual el territorio de Hispania había sido ocupado injusta y violentamente por los musulmanes al causar la destrucción de la Monarquía visigoda, por lo que los reyes hispanocristianos tenían el derecho y el deber de recuperarlo pare conseguir -ideal neogoticista- la restauración política y religiosa, a través de una acción bélica que, desde el último tercio del siglo XI, se justifica no sólo con argumentos neogoticistas sino apelando también a la idea de cruzada contra los infieles. Con todo, la gran diferencia entre las cruzadas hispánicas y las de otros ámbitos consiste en que, en este caso, se desarrollaron sobre un territorio, con unas poblaciones y a partir de un pasado específicos e internos, lo que explica en gran medida la singularidad del resultado y la de los contactos entre culturas ocurridos en el ámbito peninsular. Pero tampoco se puede olvidar que ocurrieron durante la plenitud medieval, como parte del vuelco que se produjo en el sistema de relaciones entre cristianos v musulmanes en el Mediterráneo.
 En la frontera española se forjó, bajo la apariencia de recuperación y restauración, una voluntad colectiva de ser en la historia de Occidente: la misma idea de reconquista fue fundamental en la formación de la conciencia histórica e implicaba la existencia sucesiva de fronteras provisionales, hasta que se llegara a su culminación, y la previsión de reparto de los territorios todavía sin conquistar, y de su colonización y organización eclesiástica, política, social y económica. La sociedad de la época conoció, por causa de guerras y colonizaciones, situaciones de mayor movilidad y flexibilidad interna que otras del Occidente feudal y las mismas formas de organizarse la feudalidad, las relaciones de poder y el reparto político en reinos obedecieron en muchos casos a las circunstancias del proceso de reconquista. 
Sin embargo, aun valorando los rasgos y situaciones peculiares, la interpretación global de la realidad histórica española de aquella época ha de integrarse con la de las otras tierras de la cristiandad latina en una explicación común y, a la vez, comparativa, de modo que tanto aquí sólo aludiremos a los procesos de conquista y colonización que tanto la singularización durante los siglos centrales del medievo.
La desintegración del califato de Córdoba en diversos reinos de taifas coincidió con la reorganización política del espacio hispanocristiano y con su creciente vinculación al Occidente europeo, en los comienzos de una larga fase de expansión. 
La guerra con al-Andalus se planteaba ya claramente como una reconquista, a través de diversas modalidades pero con un objetivo global. En una primera época, Fernando I de Castilla y León (1035-1065) y Ramón Berenguer I de Barcelona (1035-1076) aprovechan la debilidad de los taifas para someterlos a protectorado militar a cambio del pago de parias, lo que implica la sujeción política indirecta de nuevos territorios: Tortosa, Lérida, Valencia, en el caso catalán, Zaragoza, Toledo, Badajoz, Sevilla e incluso Granada, en el castellano-leones. Alfonso VI de Castilla y León (1065-1109) dio un paso decisivo al ocupar por capitulación Toledo, la antigua capital visigoda y sede arzobispal primada de Hispania, y su taifa (1085), y lograr una clara posición hegemónica como "emperador de las dos religiones" e "Imperator toletanus", mientras su vasallo El Cid tomaba Valencia (1094), que se mantuvo en manos cristianas hasta 1102.
 La entrada de los almoravides norteafricanos, sus victorias sobre Alfonso VI (Sagrajas, 1086; Consuegrra, 1097; Uclés, 1108) y su dominio político en al-Andalus, frenaron la expansión y el hegemonismo castellano-leones tanto como la crisis del reino a la muerte de Alfonso VI, al tiempo que los reyes de Aragón y Navarra, Pedro I y Alfonso I (1104-1134) conseguían ampliar su reino en el valle medio del Ebro (conquistas de Huesca, 1096, y Zaragoza, 1118), y Ramón Berenguer III lanzaba una primera expedición contra Mallorca y conquistaba Tarragona entre 1118 y 1126. La decadencia del poder almoravide permitió un nuevo avance cristiano pero el equilibrio político entre los reinos comenzaba a modificarse: Alfonso VII de Castilla y León (1126-1157) mantuvo el titulo de "emperador" y una hegemonía política sobre otros reyes y poderes cristianos y musulmanes basada en pactos vasalláticos, pero Navarra volvió a tener rey propio desde 1134, aunque perdió definitivamente la frontera con al-Andalus, mientras que Aragón y Cataluña se unieron bajo Ramón Berenguer IV desde 1137 y el condado de Portugal pasó a ser reino independiente desde 1139-1143. A la muerte de Alfonso VII, León y Castilla se separaron, hasta 1230, de modo que aquella época de la reconquista estuvo protagonizada por la colaboración y la competencia entre los cinco reinos. En la gran ofensiva de los años cuarenta, Alfonso VII tomó Coria (1142), completó el dominio de la cuenca del Tajo en su sector castellano, y conquistó por unos años Baeza y Almería (1147), mientras que Alfonso I de Portugal tomaba Lisboa (1147) y Ramón Berenguer IV Tortosa, Lérida y Fraga, y establecía con Alfonso VII el tratado de Tudillén (1151) asegurando su espacio de futuras conquistas en Valencia y Denia. En la segunda mitad del siglo XII, las combinaciones de alianzas y guerras entre los reinos cristianos y la presión creciente de los almohades -que acaban hacia 1172 con todos los poderes independientes andalusíes- frenaron parcialmente el avance conquistador y obligaron a nuevos esfuerzos de organización militar (expansión de las órdenes militares; importancia de las huestes de los concejos). Alfonso II de Aragón conquistó Teruel (1171), ayudó a Alfonso VIII de Castilla en la toma de Cuenca (1177) y en 1179 ambos firmaron el tratado de Cazorla, que delimitaba las fronteras de ambos reinos y sus zonas de expansión futura. En 1186, Alfonso VIII fundó Plasencia frente a los almohades, que mantenían la línea del Tajo, en la actual Extremadura, y lanzaron varias ofensivas que culminan en su victoria de Alarcos (1195), muy dañina para los avances castellanos en La Mancha. La reacción cristiana tardó en llegar: en julio de 1212 Alfonso VIII, con apoyo de otros reyes peninsulares y de cruzados europeos, obtuvo una gran victoria en Las Navas de Tolosa. Poco después se iniciaba el desmoronamiento del Imperio almohade, tanto en el Magreb como en al-Andalus, y las divisiones internas de los musulmanes facilitaban el rápido avance conquistador de los cristianos. Portugal, después del tratado de Sabugal (1231) con Castilla y León sobre zonas de expansión, completó la conquista del Alentejo (Serpa, Moura, 1232) y la del Algarbe al Este del Guadiana (Ayamonte, 1239). Después de 1249 sólo hubo algunos reajustes fronterizos con Castilla y León que, desde 1232, había puesto bajo su protección al reino taifa de Niebla pare evitar la posible conquista por los portugueses. En el ámbito leones, el avance prosiguió por la actual Extremadura, zona de máxima resistencia militar musulmana: Valencia de Alcántara (1221), Cáceres (1229), Mérida y Badajoz (1230), Trujillo (1232). Mientras tanto, se progresaba en la otra gran línea de avance, específicamente castellana, a partir de La Mancha y alto Guadalquivir: Alcaraz (1215), Quesada y Cazorla (1224), Baeza (1232) y Córdoba (1236). Por entonces, desde 1230, Castilla y León habían vuelto a unirse en una misma Corona, bajo Fernando III (m. 1252), lo que aumentó su capacidad ofensiva justamente cuando desaparecían los últimos restos del poder almohade en al-Andalus. La caída de Córdoba, que era un símbolo del pasado esplendor de al-Andalus, permitió el rápido dominio de la campiña del Guadalquivir; mucho más difícil fue la tome de Jaén (1246), conseguida por pacto, a cambio de reconocer la existencia del emirato de Granada, como vasallo de Castilla, en las zonas montañosas de la Andalucía oriental. Dos años antes, el infante Alfonso, hijo y heredero de Fernando III, había sujetado a protectorado militar el reino taifa de Murcia, y alcanzado con Jaime I de Aragón (1214-1276) el tratado de Almizra (1244), que señalaba los límites de su expansión hacia el sur: en efecto, el rey de Aragón había llevado a cabo ya la conquista de su zona de influencia; tomó Mallorca e Ibiza entre 1229 y 1235 y, en la península, ocupó entre 1232 (conquista de Morella) y 1246 (Denia) todo lo que sería el nuevo reino de Valencia, cuya capital cayó en 1238. La culminación de las conquistas ocurrió cuando Fernando III entró en Sevilla, antigua capital andalusí de los almohades (1248). Unos años más tarde, en 1262-1263, Alfonso X (1252-1284) incorporó por completo las sierras de la baja Andalucía sujetas hasta entonces sólo a protectorado y control militar: Cádiz y Niebla (1262). La revuelta de los musulmanes mudéjares andaluces y murcianos en 1264, con apoyo del emirato de Granada, y su derrota, consumó los efectos de las conquistas anteriores: Alfonso X expulsó a casi todos los musulmanes de la Andalucía cristiana y, con ayuda de Jaime I, completó el dominio de Murcia, cosa imprescindible pare el rey aragonés tanto para asegurar su victoria sobre los mudéjares valencianos, que produjeron revueltas parciales hasta 1276, como para señalar sus pretensiones más allá de los límites fijados en Almizra: años después, Jaime II, tras una guerra con Castilla, anexionó a Valencia la parte norte del reino de Murcia en 1304. El cambio general de circunstancias políticas y económicas y la dificultad para completar la colonización de las tierras conquistadas pusieron fin al avance de los reyes cristianos en el último tercio del siglo XIII. A ello se unió la fuerte capacidad defensiva del emirato de Granada y el apoyo que recibió de los meriníes norteafricanos entre 1275 y 1350

http://es.wikipedia.org/wiki/Reconquista 

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