María de Ximildegui (1588 – ?) fue
una mujer española arrepentida de practicar la brujería y
que ayudó a desencadenar el proceso inquisitorial en Zugarramurdi acusando
de ser brujas a otras mujeres y hombres de la zona.
Era hija de
padres franceses y se crio en Zugarramurdi,1 aunque en el
año 1604, con dieciséis años, se fue
con su padre a Ciboure en Francia.
Allí, trabajaba de moza y conoció a otra joven de nombre de Catalina que la
inició en la brujería, y con quien mantenía una relación íntima.2 Para poder
acudir a los aquelarres,
Ximildegi tuvo que renegar de Dios y de la Virgen Maria.3 Desarrolló sus
conocimientos de brujería durante un año y medio y
finalmente se volvió a Zugarramurdi en 1608, cuando
tenía veinte años.
Ximildegui
contó que su tiempo pasado en Francia le había convertido en una maestra de
brujas, volando en escobas y bailando para el diablo. Y se unió a los
encuentros de brujería para untarse pócimas y sustancias
psicotrópicas en las cuevas navarras. Sin embargo,
se acabó arrepintiendo y denunció a otros brujos al Abad de Urdax,4 lo que
provocó la llegada de la Inquisición de Logroño a
principios de diciembre de 1609, con Alonso de Salazar y Frías como uno de
los inquisidores principales del proceso.5
De las
personas que Ximildegui acusó de brujería, se encuentran María de Jureteguia,6 y su marido
Esteve de Navarcorena, así como otras diez otras personas,
en total, cuatro mujeres, seis hombres y dos niños.
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