Lisardo Doval Bravo (La Coruña, 1888 - Madrid, 15 de octubre de 1975) fue un militar español y oficial de la Guardia Civil en la que llegó a alcanzar el grado de general. Fue muy conocido por ser uno de los principales
responsables de la represión de la Revolución de
Asturias de 1934, en la que empleó métodos brutales que fueron denunciados al
gobierno de Alejandro Lerroux. Cuando estalló la Guerra Civil
española de 1936-1939 se unió al bando de los sublevados y en mayo de 1937 fue nombrado por el general Franco Jefe de Seguridad del Cuartel General del Generalísmo establecido en Salamanca.
Nació en un
pueblecito de la provincia de La Coruña en 1888. Conoció de niño a Francisco Franco, que era cuatro años más
joven que él, en El Ferrol y más
tarde coincidieron en la Academia
de Infantería de Toledo. Se incorporó como oficial a la Guardia
Civil y entre 1917 y 1922 sirvió
en Oviedo.1 Durante la Dictadura de
Primo de Rivera, con el grado de capitán fue nombrado jefe de la
guarnición de Gijón, destino que desempeñó
entre 1926 y 1931.
Doval y Franco |
Durante ese
período destacó por la dureza con que reprimió las huelgas y las
manifestaciones de la izquierda republicana y obrera. Durante la "Dictablanda"
del general Berenguer dirigió la represión en Gijón de la
huelga general convocada para el día 15 de diciembre de 1930 por
el "comité revolucionario" republicano-socialista surgido del Pacto de San
Sebastián. Ese día un trabajador resultó muerto y otro herido como
consecuencia de los disparos que se hicieron desde un edificio de los jesuitas.
El capitán Doval ordenó una carga de caballería contra los trabajadores y más
tarde autorizó que se apaleara a los huelguistas para que denunciaran a sus
cabecillas. En abril de 1931 recurrió al uso de
las ametralladoras para repeler un ataque contra su cuartel.1 El director del diario gijonés El Noroeste, Antonio
López-Oliveros, dijo de él:
Tengo para mí
que Doval es un hombre de facultades excepcionales para el servicio del Estado.
Valiente hasta la temeridad, su concepto del deber le lleva a las mayores
exageraciones de la función, y a eso deben obedecer las extralimitaciones que
se le atribuyen con los presuntos delincuentes en la obtención de las pruebas
de culpabilidad
El nuevo
Ayuntamiento republicano de Gijón, constituido tras las elecciones municipales
del 12 de abril de 1931, intentó iniciar un proceso de depuración de
responsabilidades por las actuaciones llevadas a cabo por el capitán Doval y
los guardias civiles a sus órdenes. Enterado de las intenciones del
Ayuntamiento, Doval escribió una larga carta exculpatoria que publicaron los
diarios El Comercio y La
Prensa. Al día siguiente aparecieron en el diario El Noroeste varias
cartas al director de abogados y de personas detenidas por Doval en las que
denunciaban las torturas y los malos tratos a los que habían sido sometidos o
habían tenido conocimiento. Uno de los casos denunciados fue el siguiente:2
El 18 de mayo de 1928 se me acercaron dos hombres en la calle Corrida, y
con frases despóticas me hicieron seguirles. Me condujeron al cuartel de la
Guardia Civil. En presencia del capitán Doval, me pregunta éste:
-¿Dónde vio
usted a uno que se llama Hermógenes?
-No sé nada de Hermógenes, hace tres años que no sé nada de él.
-¿Con que no sabe, eh? Pues para que vaya haciendo memoria, ¡toma!
-No sé nada de Hermógenes, hace tres años que no sé nada de él.
-¿Con que no sabe, eh? Pues para que vaya haciendo memoria, ¡toma!
Y me dio tres
puñetazos en el vientre. Después me llevaron a una habitación donde me tuvieron
32 horas sin comer ni beber. A las diez de la noche vino el teniente Pablo y me
acometió a patadas y puñetazos. Además, me esposó y me apretó cruelmente las
esposas hasta hundírmelas en las muñecas. No se fue sin ordenar a un guardia que
me vigilase toda la noche, que me tuviese siempre de pie y sin moverme, con el
rostro pegado a la pared y un papel de fumar en las ventanas de las narices. El
guardia, hombre compasivo, me permitió sentarme cuando advirtió que me iba a
caer desmayado. Al día siguiente me pusieron en libertad, y como estaría de
desfigurado por los golpes, que al llegar a mi casa, mi compañera no me
conoció. Entonces me enteré de que aquella maldita noche habían estado dos
guardias civiles en mi casa, en la que habían entrado haciendo ceder la puerta
a patadas, con el natural susto de mi compañera, que estaba sola. El guardia
llamado Constantón registró como le dio la gana y se llevó algunos instrumentos
de trabajo que aún no me han devuelto, aunque sí dijeron "que fuese a por
ellos". Quise dar conocimiento al gobernador civil de lo que me habían
hecho, y cuando me disponía a tomar el tren para Oviedo, me detienen en la estación y me
vuelven a llevar al cuartel. Otra vez me acometieron a puñetazos en el vientre
y otra vez me tuvieron otras 29 horas sin comer. ¡Y no estaba acusado de ningún
delito y se me atropellaba, vejaba y maltrataba de manera tan cruel porque no
sabía decir dónde estaba un hombre del que hacía tres años que no tenía
referencias!
Participó en
el fracasado golpe de estado del general Sanjurjo de agosto
de 1932, por lo que fue suspendido, pero se benefició de la amnistía
concedida por el gobierno radical de Alejandro Lerroux, apoyado por la CEDA de José María Gil Robles,
el 24 de abril de 1934.1 Fue elegido por Gil Robles para
que adiestrara a los escuadrones paramilitares de las Juventudes de
Acción Popular (JAP), la rama juvenil de la CEDA.3 El 19 de septiembre de 1934 fue
destinado a Tetuán.
Nada más
acabar la Revolución de
Asturias fue nombrado el 1 de noviembre de 1934 delegado especial
para el orden público en Asturias y León por
recomendación expresa del general Franco que había dirigido desde
Madrid las operaciones militares que pusieron fin a la "comuna
obrera" asturiana. En la Orden circular de 1 de noviembre, creando el
cargo de «delegado del Ministerio de la Guerra para el orden público en las
provincias de Asturias y León» se le ponía al mando de la Administración
policial para «la persecución de los elementos responsables de los delitos
perpetrados en la revuelta». Su actuación quedó al margen de cualquier control
judicial ya que el radical Diego Hidalgo, Ministro de
la Guerra en el gobierno de coalición radical-cedista presidido
por Alejandro Lerroux, le entregó un documento para «que con la necesaria
autonomía y especial jurisdicción pudiera realizar su cometido ya que sin este
requisito todos los imponderables de carácter jerárquico, burocrático
jurisdiccional, etc., hubieran sido dificultades y obstáculos». Sus métodos
brutales e indiscriminados pronto fueron denunciados incluso por la prensa
internacional.4 Esto obligó al director
general de Seguridad, José Valdivia y Garci-Borrón, a intervenir y el 15 de noviembre envió a un subordinado
suyo, el inspector Adrover, para que abriera una investigación, en la que tuvo
que enfrentarse al propio Doval.1
El diputado
del Partido
Republicano Radical Félix Gordón Ordás,
miembro de una comisión parlamentaria que estuvo en Asturias para averiguar la
veracidad de las noticias que hablaban de torturas a los detenidos, elaboró un
informe sobre las "torturas sádicas" que utilizaba el comandante
Lisardo Doval y lo envió al presidente del gobierno Alejandro Lerroux, que en
principio ordenó a sus superiores que contuvieran las actividades del
comandante. Según el historiador Gabriel Jackson:5
Doval empleó,
entre otras técnicas, presiones sobre los órganos sexuales o el clavar
alfileres o astillas bajo las uñas. También tenía un ingenioso método para atar
las muñecas y las piernas de la víctima al cañón y mango de un fusil y
levantarla luego del suelo por medio de una polea
Finalmente
el 8 de diciembre de 1934 el
gobierno ordenó su vuelta a Tetuán, aunque no a causa de las violaciones de los
derechos de los detenidos, sino por insubordinación al haber entregado copia de
las órdenes recibidas, en el sentido de que se contuviera en la represión, a
destacados dirigentes monárquicos.67 Pocos meses después, en abril
de 1935,
fue nombrado jefe de seguridad en el Protectorado
Español de Marruecos. En noviembre de 1935 fue enviado por el
gobierno a Nueva York para que estudiara los servicios policiales norteamericanos,
donde, según el comentario del diario ABC que dio
la noticia, sabrá "hacer resaltar una vez más sus excepcionales dotes de
Jefe" de la Guardia Civil,
"cuya
acertada gestión como delegado general de Asturias, a raíz de los luctuosos
hechos de octubre, mereció la gratitud de los españoles, simbolizada en la
entrega de un bastón de mando, que le fue regalado por una Comisión de
distinguidas damas de Oviedo".8
La Guerra Civil
Cuando se
produjo el golpe de estado de julio de 1936, el comandante Doval dirigió desde
Salamanca una columna que avanzó sobre Ávila para ocupar los pueblos cercanos a
la sierra y acceder a Madrid, pero su columna fue disuelta al ser derrotada por
las fuerzas leales procedentes de Madrid al mando del teniente coronel Julio Mangada. En esas operaciones también participó
el líder de Falange EspañolaOnésimo Redondo que
dirigía las milicias falangistas. Redondo murió el 24 de Julio en el pueblo
segoviano de Labajos.9 Al conocerse la noticia milicias falangistas integradas
por seguidores de Onésimo Redondo dispuestos
a vengar su muerte, apoyadas por una unidad militar al mando del comandante
Doval, se dirigió a Salamanca donde llevó a cabo la represión de los
izquierdistas que ya habían sido detenidos. Muchos de ellos fueron sacados por
los falangistas de las celdas y ejecutados. Entre ellos el alcalde de la
ciudad, Casto Prieto Carrasco,
catedrático de radiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de
Salamanca, y el diputado socialista José Andrés Manso.10
El 14 de mayo de 1937 fue
nombrado por el general Franco Jefe
de Seguridad de la residencia y el Cuartel General del Generalísimo en
Salamanca, ocupándose del mando de "las fuerzas europeas y marroquíes
encargadas de la guardia de S.E."11
Finalizada la
guerra civil presidió los consejos de guerra contra los derrotados en Tortosa. En dos juicios celebrados el 10 de agosto de 1939,
en los que estaban encausados 14 y 15 hombres, respectivamente, los acusados
sólo pudieron hablar con el militar designado como abogado defensor el mismo
día del juicio, y todo el proceso no duró ni media hora.12
Hacia 1953 se
jubiló con el rango de general de la Guardia Civil. Murió 22 años después a la edad
de 87 años en el Hospital Militar Gómez Ulla de
Madrid el 15 de octubre de 1975,
un mes antes del fallecimiento del general Franco.
MÁS INFORMACION: El blog de Acevedo
El blog de Antón Saavedra: La matanza de la mina Rosellón
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