viernes, 20 de enero de 2017

Pablo Morillo

Pablo Morillo y Morillo, conde de Cartagena, marqués de La Puerta, conocido como El Pacificador (FuentesecasZamoraEspaña1775 - BarègesFrancia1837) fue un militar y marino español.
Durante su etapa en la Real Armada Española participó en distintos combates, entre los que destacan la Batalla del Cabo de San Vicente y la de Trafalgar.
Sirvió también en el Ejército español y participó en las guerras de independencia de Venezuela y Nueva Granada como jefe de la expedición encargada de sofocar la rebelión. En su haber destacan la toma de Cartagena de Indias y las posteriores acciones militares que llevaron a la caída de las Provincias Unidas de la Nueva Granada, así como el restablecimiento del virreinato. En Venezuela consiguió detener el avance de Simón Bolívar hacia Caracas tras vencerle en la tercera batalla de La Puerta. Con el posterior Tratado de Armisticio y Regularización de la Guerra de 1820 consiguió establecer una tregua y se abolió la Guerra a muerte proclamada por Bolívar en 1813.
Previamente, había participado en la Guerra de Independencia española, en las dos batallas más importantes de su inicio y de su final: Bailén, la primera derrota napoleónica, y Vitoria, que forzó la retirada de las tropas francesas de España. También fue decisiva su intervención en Puentesampayo, al dirigir el ejército que derrotó al mariscal Ney y obligar al ejército francés a evacuar Galicia.
Pablo Morillo

En agosto de 1815 Pablo Morillo inicia el sitio de Cartagena de Indias, una de las principales ciudades de la Nueva Granada y poderosa plaza fortificada en el mar Caribe. Morillo había perdido todo su artillería de asalto con el hundimiento del navío San Pedro de Alcántara en Venezuela. Morillo decidió poner sitio a la ciudad fortificada. La ciudad de Cartagena fue defendida durante 106 días, al cabo de los cuales se rindió a causa de los estragos que causó la miseria, el hambre y las epidemias que provocó el asedio. Se dice que murieron 6.000 personas en menos de cuatro meses. Según narra el general Daniel Florencio O'Leary, uno de los sobrevivientes, para aplacar el hambre, "...llegaron a comer ratas, gatos, y hasta cuero de vaca remojado en agua salada de mar". Un soldado español narraba que cuando las puertas se abrieron, “no vieron hombres sino esqueletos; hombres y mujeres, vivos retratos de la muerte, se agarraban a las paredes para andar sin caerse. Tal era el hambre horrible que habían sufrido”.
En el mes de febrero de 1816, los tribunales de guerra de Morillo hicieron fusilar en Cartagena a los 9 primeros líderes patriotas. Empezaba así la "Época del Terror", llamada así en Colombia por el ajusticiamiento de los caudillos patriotas involucrados por los españoles en delitos de sangre en el proceso de Independencia.6

El régimen del terror de Pablo Morillo

En mayo de 1816, Morillo llega a consuelo barrio de Santa Fe de Bogotá y siguiendo las normas de guerra establece tres tribunales militares:
  1. El Consejo de Purificación, ante el cual debían presentarse los que estaban comprometidos en la revolución pero no habían cometido delitos de sangre. A estos se les aplicaban medidas más benignas aunque podían incluir el destierro o el servicio en las tropas del rey.
  2. La Junta de Secuestros, encargada de reunir bienes para el mantenimiento del ejército, a través de contribuciones o sentenciados.
  3. El Consejo de Guerra permanente que tenía por objeto juzgar a los patriotas que hayan cometido delitos de sangre.
Los ajusticiamientos comenzaron con las figuras más destacadas del movimiento independentista: políticos, militares, intelectuales y funcionarios del gobierno republicano que se había establecido desde 1810. Siguió luego con sujetos catalogados como informantes o colaboradores, entre los cuales estaban varias mujeres, como la recordada Policarpa Salavarrieta y Antonia Santos. Entre los desterrados por el Consejo de Purificación figuraron más de 90 sacerdotes.
Entre los condenados a muerte se destacan Antonio Villavicencio, natural de Quito, acusado de haber sido el causante indirecto de la disputa que dio origen al derramamiento de sangre del 20 de julio de 1810, y José María Carbonell, uno de los agitadores de verbo encendido durante esa jornada y miembro del gobierno patriota. Las penas capitales se dan en distintas ciudades y poblaciones del país. Uno de los sitios para los fusilamientos en la capital fue la llamada "Huerta de Jaime", hoy la Plaza de Los Mártires. Allí cumplieron sentencia de muerte varios de los principales líderes de la revolución, tales como don Camilo Torres, fusilado de cara y expuesto por varios días a la intemperie. Otro de los fusilamientos destacados fue el del científico y militar, el coronel de ingenieros Francisco José de Caldas, conocido como el "Sabio" Caldas, el 29 de octubre de 1816, en la Plaza de San Francisco, hoy Parque Santander. Una tradición sostiene que ante las peticiones de clemencia, Pablo Morillo contestó: "España no necesita de sabios". El coronel Caldas no fue fusilado de cara sino de espalda -delito de traición al rey-.


Una de las características de la Reconquista española de la Nueva Granada fue que se orientó a castigar con fuerza a los caudillos del movimiento criollo que lideraba el independentismo, dejando a un lado a los sectores populares, a quienes se consideraba como simples títeres de los primeros. Se llegó a pensar que la causa estaba liquidada dado que se trató de acabar con todo caudillaje patriota.
Algunos historiadores latinoamericanos arguyen que sin embargo, que la furia de la Reconquista hizo que muchos dubitativos e inclusos contrarios a la independencia se unieran a la causa patriota, de modo que el efecto logrado fue precisamente el contrario de los gestores de la campaña: generalizar el deseo de independizarse de España. Sin embargo el territorio neogranadino quedó pacificado hasta la invasión de Bolívar en 1819.
Por otra parte, la rápida caída del gobierno establecido tras la Reconquista da a entender que España no contaba con las fuerzas necesarias para restablecer su imperio, al menos por la vía militar. De hecho, la única expedición de grandes proporciones enviada a América fue la de Pablo Morillo en 1815, que aunque bastó para someter a todo el territorio de la Nueva Granada, Bolívar vuelve a apoderarse de ella nuevamente en 1819. La otra expedición española de mayor envergadura organizada por el Conde de Calderón se sublevó en Cabezas de San Juan en 1820.
La idea de la sublevación contra el poder colonial español se explica de diversas formas. Una es la construcción historiográfica de ruptura radical con un pasado, que de la noche a la mañana pasó a ser indeseable y estigmatizado. Sin embargo todas las etnias, y sociedades, reaccionaron en cada área guiados por el mantenimiento de sus intereses y privilegios, oscilando desde la rebelión abierta en (Nueva GranadaVenezuela y Río de la Plata, por ejemplo) hasta el alineamiento con el poder virreinal del Perú y Nueva España); estas diferentes actitudes hacia la metrópoli ayudan también a explicar la balcanización de América y los límites territoriales de las nuevas repúblicas, que pocas veces coinciden con las demarcaciones virreinales de la época colonial, aunque en unos casos se corresponden con las Provincias españolas de América de la constitución de Cádiz de 1812.

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