indigenas Napalpis (Infobae) |
En noviembre
de 2004 la Asociación Comunitaria La Matanza demandó civilmente al Estado
Nacional argentino, reclamando indemnización por daños y perjuicios.3 En 2020, la Cámara Federal de Apelaciones de
Resistencia dictó sentencia definitiva confirmando
que se trató de un crimen de lesa humanidad, y condenando al Estado Nacional a
pagar una indemnización equivalente a 1.800 salarios mínimos, vitales y móviles
y destinar en los siguientes diez años un total de 19.000 salarios mínimos,
vitales y móviles en inversiones públicas en beneficio de los integrantes de la
etnia Toba, a los fines de promover su desarrollo.4 La sentencia fue recurrida por el Estado Nacional ante
la Corte Suprema.5
En 2022, a
iniciativa de la fiscalía federal de Resistencia, se inició un juicio por la verdad para establecer judicialmente los
hechos y dar a conocer la verdad de lo acontecido.6
En 2008 el
gobierno de la provincia del Chaco pidió perdón por los crímenes de lesa
humanidad cometidos en 1924 en la llamada “Masacre de Napalpí” contra el pueblo
Qom y Mocoit. En 2022 hizo lo mismo el gobierno nacional argentino.7
A muy tempranas horas del día 19 de julio de 1924,
un grupo de unos ciento treinta hombres, entre policías, estancieros y civiles
criollos de la zona, fuertemente armados con fusiles Winchester y Mauser,
rodearon el campamento donde se habían reunido los indígenas alzados que,
armados tan sólo con palos, bailaban en una fiesta religiosa organizada por los
chamanes en la zona del Aguará, un área considerada sagrada por los qom ubicada
dentro de los límites de la colonia. Convencidos de que los dioses les
protegerían de las armas de fuego de los hombres blancos, no ofrecieron
resistencia a los disparos dirigidos al campamento durante cuarenta minutos.
Luego, los blancos entraron al mismo para rematar a machetazos a los indígenas que quedaban,
muchos moribundos, incluidos mujeres y niños. Los heridos fueron degollados,
algunos colgados.18Marcelo Torcuato de Alvear
A finales de los años veinte, el
periódico Heraldo del Norte recordó así el hecho:
Como a las nueve de la
mañana, y sin que los inocentes indígenas hicieran un solo disparo, [los
policías] hicieron repetidas descargas cerradas y enseguida, en medio del
pánico de los indios (más mujeres y niños que hombres), atacaron. Se produjo
entonces la más cobarde y feroz carnicería, degollando a los heridos sin
respetar sexo ni edad.
El 29 de agosto, cuarenta días después
de la matanza, el exdirector de la Reducción de Napalpí Enrique Lynch
Arribálzaga escribió una carta que fue leída en el Congreso Nacional:
La matanza de indígenas
por la policía del Chaco continúa en Napalpí y sus alrededores; parece que los
criminales se hubieran propuesto eliminar a todos los que se hallaron presente
en la carnicería del 19 de julio, para que no puedan servir de testigos si
viene la Comisión Investigadora de la Cámara de Diputados.
En el libro Memorias del Gran
Chaco, la historiadora Mercedes
Silva confirma el hecho y cuenta que al mocoví Pedro Maidana, uno de los líderes
de la huelga, «se lo mató de manera salvaje y se le extirparon los testículos y
una oreja para exhibirlos como trofeo de batalla».
En el libro Napalpí, la herida
abierta de 1998, el periodista Mario Vidal detalla: «El ataque terminó
en una matanza, en la más horrenda masacre que recuerda la historia de las
culturas indígenas en el xx.
Los atacantes sólo cesaron de disparar cuando advirtieron que en los toldos no
quedaba un indio que no estuviera muerto o herido. Los heridos fueron
degollados, también hubo colgados. Entre hombres, mujeres y niños fueron
muertos alrededor de doscientos aborígenes y algunos campesinos blancos que
también se habían plegado al movimiento huelguista».
Un reciente microprograma de la Red de
Comunicación Indígena destacó:
Se dispararon más de cinco
mil tiros y la orgía de sangre incluyó la extracción de testículos, penes y
orejas de los muertos, esos tristes trofeos fueron exhibidos en la comisaría de
Quitilipi. Algunos muertos fueron enterrados en fosas comunes, otros fueron
quemados.
En el mismo audio, el cacique toba
Esteban Moreno, contó la historia que es transmitida de generación en generación:
En las tolderías
aparecieron soldados y un avión que ametrallaba. Los mataron porque se negaban
a cosechar. Nos dimos cuenta que fue una matanza porque solo murieron
aborígenes, tobas y mocovíes, no hay soldados heridos, no fue lucha, fue
masacre, fue matanza, por eso ahora ese lugar se llama Colonia La Matanza.
Fuente: Wikipedia
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