El campo de concentranción de Argelés sur Mer fue un campo de internamiento construido por el gobierno de Francia en una playa
de la localidad de Argelès-sur-Mer, en la costa mediterránea del país,
para albergar a parte de los 550.000 refugiados que traspasaron la frontera,
huyendo de España tras el fin
de la Guerra
Civil Española, en 1939. Se calcula que
unas 100.000 personas fueron recluidas en este recinto.
La localidad de Argelès-sur-Mer se encuentra en el departamento de Pirineos Orientales,
perteneciente a la región de Languedoc-Rosellón.
Gracias al turismo ha experimentado un notable auge. Está próxima a las
ciudades de Colliure y Port-Vendres. El campo de refugiados se instaló en la Playa
del Norte, en una amplia zona de costa.
La Guerra Civil Española se prolongó desde el 18 de julio de 1936,
en que una parte del ejército se sublevó contra el gobierno legítimo de
la II República, hasta
el 1 de abril de 1939,
en que el líder del bando sublevado, el general Franco, emitió el bando que ponía oficialmente fin a
la contienda. Durante esos tres años de cruenta lucha, el ejército sublevado
fue avanzando hacia el noreste del país, causando una terrible represión que
originó la desbandada de los partidarios de la República de los territorios que
iban perdiendo.
Con la caída de Barcelona, último reducto importante
republicano en la zona norte de España, en enero de 1939, se produjo la
mayor diáspora en la historia española,
cuando medio millón de refugiados buscaron la huida a Francia como única
salvación. Ante la presión de la opinión pública internacional, el jefe del
gobierno francés, Édouard Daladier, autorizó
el 5 de febrero el paso a territorio
francés de los refugiados. La huida se realizó principalmente a través de los
pasos fronterizos de La Junquera y Portbou, por donde salieron cientos de miles de refugiados,
además de los restos del gobierno republicano y de la 130ª
Brigada Mixta del Ejército Popular Español. Hasta el 15 de febrero de 1939 ingresaron oficialmente en el
departamento francés de Pirineos Orientales (que
entonces contaba con unos 230.000 habitantes), un total de 353.107 personas,
sobre todo a pie: familias enteras con todas sus pertenencias que no habían
tenido la posibilidad de escapar de otro modo, soldados que habían combatido en
el Frente del Ebro y
miembros de las Brigadas Internacionales que,
por motivos políticos, no podían volver a su país de origen.1 Cuando las
autoridades francesas comprobaron la magnitud del éxodo, la catástrofe humanitaria era ya inevitable; pocas semanas antes del fin de la
guerra, el "informe Valière", realizado a petición del Gobierno francés, estimaba, a 9 de marzo de 1939, la presencia de unos 440.000
refugiados en Francia, de los cuales 170.000 eran mujeres, niños y ancianos,
220.000 soldados y milicianos, 40.000 inválidos y 10.000 heridos.2
El gobierno francés, impotente ante la
situación, decidió conducir a los exiliados de la zona este hacia las playas de
Argelès, a 35 km de la frontera.3 Fueron situados sobre la misma playa, y la zona se cercó con alambre de
espino. Les custodiaban tropas coloniales, marroquíes y senegaleses, y algunos gendarmes. La situación se tornó caótica: no había campamentos
de barracas, letrinas, cocina, enfermería ni siquiera electricidad, y
comenzaron a multiplicarse los casos de disentería. Los enfermos y heridos colapsaron los hospitales
de la región, y se establecieron dos campos próximos: Saint-Cyprien y Barcarès.
Las condiciones de vida de los
refugiados en este campo fueron inhumanas. Fueron construidos barracones de
madera y de lona por los propios reclusos, así como improvisadas cocinas y
letrinas excavadas en la arena. La ayuda de organizaciones como Cruz Roja y los suministros humanitarios fueron
insuficientes para tal cantidad de gente, y muchos perecieron víctimas del
hambre, la humedad, el frío y enfermedades como la disentería y la sarna.4
La alimentación era muy escasa; algunos días
llegaban camiones con pan y sacos de legumbre que tenían que cocinar con agua
salada. Con la llegada del invierno los más débiles fueron los primeros en
caer, además de muchos otros que murieron de tifus.5
En marzo de 1939, el fotógrafo Robert Capa visitó el enorme campo de la playa de
Argelès, donde se encontraban en ese momento encerrados más de 80.000
republicanos españoles. La descripción que hizo del mismo fue:
"...un
infierno sobre la arena: los hombres allí sobreviven bajo tiendas de fortuna y
chozas de paja que ofrecen una miserable protección contra la arena y el
viento. Para coronar todo ello, no hay agua potable, sino el agua salobre
extraída de agujeros cavados en la arena".6
Entre las organizaciones que socorrieron a
los refugiados, además de la Cruz Roja, cabe destacar la Maternidad de Elna,
fundada por la joven enfermera suiza Elizabeth Eidenbenz, que
logró salvar a unos 400 niños españoles al crear esta institución en un
palacete abandonado en la cercana villa de Elna.
A pesar de las penurias, los refugiados se
organizaron para realizar actividades culturales, llegando a construir los
llamados "barracones de cultura", donde llevaban a cabo las
actividades que las circunstancias les permitían. Básicamente, su objetivo era
levantar el estado anímico del colectivo, llegando a editar una pequeña
publicación, el Boletín de los Estudiantes.7
A los seis meses del
establecimiento del campo estalló la Segunda Guerra Mundial.
Cuando las tropas alemanas del III Reich invadieron Francia, en junio de 1940, los
refugiados españoles abandonaron el campo de Argelès con diferentes destinos:
muchos se quedaron a vivir y formaron familias en Francia, otros se alistaron
en el Ejército de Francia para
luchar contra los nazis (miles de los cuales tuvieron la desgracia de caer
prisioneros y volver a campos de concentración, sobre todo en el Campo de
concentración de Mauthausen-Gusen, donde hubo 7.300). También otros
decidieron volver a España, ante la promesa de Franco de perdonar a quienes no
hubiesen cometido delitos de
sangre.
Tras el desalojo del campo, este fue
utilizado durante la guerra como campo de concentración de prisioneros de
guerra por el gobierno pro-nazi de la Francia de Vichy y desmantelado tras el fin de la guerra.3
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