jueves, 23 de noviembre de 2017

GUERRA, ¿PARA QUE SIRVE? de Ian Morris




GUERRA, ¿PARA QUE SIRVE? de Ian Morris. Una pequeña crítica

Una vez leído este libro, tienes la impresión de que proporciona una excusa perfecta para todos los inventores, fabricantes y distribuidores de armas de todo pelaje ya que,  según Ian Morris:

La guerra ha servido para aumentar la seguridad y la riqueza de la humanidad, pero esto se ha conseguido mediante el asesinato en masa.
Debido a que la guerra ha servido para algo, debemos reconocer que toda esta destrucción y muerte no ha sido en vano.
Gracias a las guerras productivas las tasas de muertes violentas han caído y la prosperidad ha aumentado.

Sin embargo su estudio se apoya en primer lugar en  estadísticas tomadas en un larguísimo periodos de tiempo a saber, desde la prehistoria hasta el siglo XXI.
 Según el autor, las muertes violentas han descendido un 90 % desde la edad de piedra hasta nuestros días.
 Las estadísticas pueden ser engañosas. ¿Son comparables estadísticamente las muertes violentas en la edad de piedra con las de la edad antigua, la edad media y la edad moderna? Evidentemente no había la misma cantidad de gente en el planeta y el grado de evolución no es comparable con la actualidad.

Erigido Estados Unidos en Policía global, él solo ha sido capaz desde 1798, fecha de elección de su primer presidente hasta nuestros días de originar o participar activamente en incontables guerras que dejarían a nuestros ancestros de la edad de piedra como inofensivos pastores de navidad.
Si la mayoría de la gente no elegiría el método de la guerra para prosperar, ¿Porqué la escoge el policía global? ¿Qué interés le motiva? Ciertamente la paz no. Y más porque sabemos que la consecuencia de la guerra a corto y medio plazo no son ni la prosperidad ni la paz.
Los promotores de las guerras solo pretenden la riqueza a corto plazo con la derrota del enemigo. La hipotética paz consiguiente sería a un plazo muy largo de ninguna manera  previsto por los forjadores de imperios que el autor llama leviatanes.
La guerra del golfo de 1991, la de Afganistán desde 2001 hasta el presente. La de Irak en 2003, el apoyo en la guerra civil siria de 2011 al gobierno de Basher al asad que previamente querían destruir y el apoyo armado ¿Contra el terrorismo? enFilipinas (2002), Somalia (2007 y 2011), Libia ( 2011), Yemen, Pakistan (2011,12) demuestran que la llamada PAX AMERICANA  no está tan clara como el autor del libro parece apuntar.
La intervención en Afganistan propició el fortalecimiento de Al Qaeda.  El derrocamiento de Gadafi provocó que los extremistas islámicos prosperaran extendiendo la Yihad a Mali. El intento de derrocar a Basher Al Asad en Siria fracasó provocando una violenta guerra civil con incontables víctimas y salida de refugiado hacia Europa con imprevisibles consecuencias.

El concepto de guerra preventiva aplicado a la guerra de Irak y la guerra Boers en Sudáfrica es ilusorio ya que el ataque que dice prevenir no sabemos si se hubiera dado y lo que sí es muy cierto es el enorme beneficio económico que extrajeron de esos conflictos los oligarcas de los diamantes y el petróleo más que la ayuda a chiíes,  kurdos y africanos como pretendían los políticos de turno, dando lugar a guerrillas insurgentes o terroristas si se prefiere.
Las pérdidas humanas en las guerras son reducidas a meros números por lo que lo importante en una guerra es el número de víctimas y no los seres humanos en sí mismos por lo que si una guerra produce un número aceptable de muertes se convierte en una guerra productiva y deja de ser destructiva o contraproducente.
La teoría sugiere que cada vez hay más paz en el mundo, pero lo cierto es que la técnica encaminada al desarrollo de la guerra cibernética de robots y drones está cada vez más desarrollada y, si ocurriese, una tercera guerra mundial sería de una magnitud cataclísmica.
Solo podremos des -inventar la guerra si el mundo consigue objetivos económicos comunes solidarios y, los leviatanes como los llama el autor, olvidan sus intereses depredadores para construir una humanidad próspera en su totalidad haciendo de la guerra un método inútil e innecesario para lograr dicha prosperidad.
Según el autor matamos porque la lógica macabra de la guerra, (el juego de la muerte), nos recompensa por ello.
¿A quién recompensa? ¿A los miles o millones de muertos? ¿O más bien a un pequeño número de políticos, oligarcas y buitres varios? Entonces ¿Por qué matamos?
Sencillamente matamos porque la estupidez o, para ser benévolos, la lenta o rápida, según se mire, evolución, nos impide elegir otro método más inteligente para mejorar.

CONCLUSION DEL AUTOR:
Si queremos un mundo en que la guerra no sirva para nada, debemos aceptar que la guerra todavía tiene un papel que desempeñar en él.

CONCLUSION DEL LECTOR:
Si creemos que el fin justifica los medios, que el ser humano necesita otro ser humano para vigilarle, y que es normal que un hombre tenga sobre otro la autoridad de poder enviarle a la muerte entonces nos merecemos la guerra hasta que tengamos la certeza de que la guerra no es más que una barbaridad resultado de la estupidez humana la cual aún no hemos sido capaces de erradicar.

Una lista interesante: Trabajos del país al que el autor denomina en su libro como la gran esperanza del mundo.

No nos olvidemos de una cosilla más que el autor parece pasar por alto: la guerra contra la droga que probablemente en la prehistoria no había y que alimentan algunas guerras modernas y que solo en México produce un asesinato cada 20 minutos.


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