Julio César Arana del Águila |
Julio César Arana del Águila (Rioja, San
Martín, 1864 - Magdalena
del Mar, Lima, 1952). fue un empresario cauchero y político peruano. Amasó una
cuantiosa fortuna con la explotación del caucho en la región amazónica. Su
empresa, la Casa Arana, se convirtió en 1907 en la Peruvian Amazon Rubber Company, con participación
de capitales británicos y con sede en Londres. Al desatarse los
llamados “escándalos del Putumayo”, en la región fronteriza entre Perú y
Colombia, fue sindicado como el responsable de la explotación y la muerte de
miles de indígenas amazónicos, a los que empleaba como trabajadores
esclavizados. Los resultados de una investigación realizada por Roger
Casement, a instancias del gobierno británico, motivaron que fuera
procesado judicialmente, pero el inicio de la primera guerra mundial frustró el
proceso. Llegó a ser senador por Loreto y presidente
de la Cámara de Comercio de esa región.
En 1899, Arana observó que a lo largo
del Putumayo, zona toda ella cauchera, había una extensa población indígena;
imaginó entonces las grandes ventajas que le reportaría una mano de obra
esclava a fin de competir hasta la destrucción de sus rivales más inmediatos,
los Casa Suárez, Fitzcarrald, Vaca Díez y
demás "siringueros" o extractores de caucho. Aprendió los
procedimientos criminales de la "Calderón", compañía cauchera del
Putumayo que, a partir de 1900, esclavizaba a los indígenas para colocarse en
envidiable situación productiva. Los infelices habitantes naturales de las
riberas de los ríos Cara-paraná, al alto Cahuinarí e Igara-paraná –es decir,
los huitoto, andoque, bora y nonuya– fueron utilizados para la extracción de
goma, su carga y transporte y los oficios propios de los campamentos. Sus
tradiciones como el cultivo, la caza y otras actividades propias de sus
comunidades les fueron entonces prohibidas.1
Sus éxitos comerciales catapultaron a Arana a
la alcaldía de Iquitos en 1902.
A partir de esa fecha asumió diversos cargos públicos, entre ellos el de
presidente de la Cámara de Comercio y de la Junta Departamental.
La bonanza de sus negocios lo llevó a
instalar una sucursal en Manaos, Brasil, en 1903, con la intención de evitar la intromisión
de agentes comisionistas. Dueño ya de una sustanciosa fortuna, constituyó la
sociedad J.C. Arana y Hnos. y rápidamente adquirió la cesión de derechos de los
ocupantes de muchos gomales, llegando a tener hasta 45 centros de recolección.
No bastándole los negocios en territorioperuano, abrió exitosamente agencias en Londres y Nueva York, sustituyendo la sociedad familiar por la Peruvian
Amazon Rubber Company, constituida en Londres en 1907 y
respaldada con un capital de £1.000.000. En esta nueva compañía se mantuvo como gerente,
asesorado por cuatro directores ingleses.
Su creciente poder le permitió adquirir gran
número de explotaciones caucheras en la margen colombiana del Putumayo. Sus
anteriores propietarios alegaron ante el gobierno colombiano que el método de
adquisición de Arana consistía en la amenaza directa con sus hombres armados.
El Gobierno colombiano desoyó estas protestas. Los competidores de Arana
contribuyeron entonces a difundir su fama de desalmado genocida. Esta imagen del cauchero sin escrúpulos sirve al
argumento, años después, de la novela "La vorágine", del colombiano José Eustasio Rivera, cuyo
escenario es la frontera del Perú y Colombia.
Rivera se valió de testimonios directos para escribir su célebre relato.
En las explotaciones caucheras de la Peruvian
Amazon Rubber Co., guardias armados obligaban a los indígenas al trabajo sin
descanso. Había allí dependencias donde se les torturaba si no aportaban las
cantidades de caucho requeridas.
En 1904 contrató a doscientos guardianes de Barbados y les encomendó la tarea de acorralar a cualquiera que intentara escapar (...) Los caucheros, a quienes se les permitía 'civilizar' a los indios, atacaban al alba, atrapando a sus víctimas en las malocas y ofreciéndoles regalos como excusa a su esclavitud. Una vez en garras de deudas que no podían comprender y a riesgo de la vida de sus familias, los huitotostrabajaban para producir una sustancia que no podían usar. Los que no cumplían con su cuota, los que veían que la aguja de la balanza no pasaba de la marca de los diez kilos, caían de bruces a la espera del castigo. A unos los golpeaban y azotaban, a otros les cortaban las manos o los dedos. Se sometían, porque si oponían resistencias sus esposas y sus hijos pagarían por ello."2
Fuente: Wikipedia
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