Henry Morton Stanley (Denbigh, Gales; 28 de enero de 1841-Londres, Inglaterra; 10 de mayo de 1904; nacido John Rowlands) fue un explorador y periodistabritánico nacionalizado estadounidense, famoso por sus expediciones a la entonces misteriosa África Central, en una de las cuales encontró al desaparecido David Livingstone.
Henry Morton Stanley |
Stanley nació en Denbigh, País de Gales, cuando su madre, Elizabeth Parry, tenía 19 años. Según su certificado de nacimiento era hijo ilegítimo y el estigma de la ilegitimidad supuso una pesada carga para él durante toda su vida. Tuvo una infancia llena de maltratos y de lucha por su existencia. Fue criado por su abuelo hasta la edad de cinco años, y cuando este murió, vivió durante un corto período con algunos primos y sobrinos maternos, pero poco después fue enviado a St. Asaph Union Workhouse, institución de acogida para, sin que Stanley supiera quiénes eran. Allí permaneció hasta los quince años, momento en que huye de la institución y marcha a su aldea natal. Aquí completa una educación elemental y colabora como ayudante de profesor en una escuela nacional. En 1859, es contratado en el puerto de Liverpool, en el barco Windermeer, con rumbo a Nueva Orleans. En el barco también sufre una dura travesía, que le lleva a saltar a tierra en cuanto avistan Nueva Orleans, sin esperar a cobrar sus jornales pendientes.
En Nueva Orleans, tomó el apellido Stanley al ser adoptado por un comerciante norteamericano, y poco después participó en la Guerra Civil Americana.
Al finalizar la guerra, comenzó su carrera como periodista, escribiendo como corresponsal desde el oeste americano. En 1867 entrevistó a la leyenda del salvaje oeste Wild Bill Hickok. En 1868 acompañó como cronista a las tropas británicas a Abisinia, en la expedición que realizaban los ingleses contra el Negus Teodoro II de Etiopía, más tarde emprendió expediciones al Imperio otomano, visitando Grecia, Esmirna, Beirut y Alejandría; también es enviado a España, donde presencia la guerra carlista y asiste a la caída de la reina Isabel II y aprende un perfecto español.1
Stanley fue contratado por el ambicioso rey Leopoldo II de Bélgica, que en 1876 había organizado una asociación científica y filantrópica internacional, a la que había denominado Sociedad africana internacional, que encubría una empresa particular del rey. El rey exponía sus intenciones de introducir la civilización occidental y la religión en esa parte de África, pero ocultaba su deseo de apropiarse de las tierras en beneficio propio. Stanley regresó al Congo por mandato del rey y negoció con los jefes tribales para obtener concesiones de terrenos. Construyó algunas carreteras para abrir el país. De esta manera, Stanley, que ya tenía antecedentes de maltrato, desprecio e inclusive asesinato de los nativos, contribuyó a una de las páginas más oscuras de la historia del siglo XIX (ver Estado Libre del Congo).
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