Diego de Landa Calderón, fue un misionero español de la Orden Franciscana en la provincia de Yucatán y segundo obispo de la Archidiócesis de Yucatán entre 1572 y 1579. Se le reconoce por ser el responsable de un proceso inquisitorial sin precedentes en las Américas, con un uso preponderante de la tortura para extraer confesiones de paganismo y herejía. En el transcurso de este proceso fue recolectada y quemada bajo su orden la práctica totalidad de los una vez numerosos códices mayas, de los cuales hoy solo se preservan cuatro. Sus métodos fueron controvertidos incluso en su época, lo cual llevó a que su actuación fuera censurada por su superior inmediato, el obispo Francisco de Toral, quien describió su modo de obrar como "tormento" y le relevó del cargo. De Landa solo pudo regresar de España a Yucatán tras la muerte de su antiguo superior jerárquico.
Una vez ordenado
sacerdote (1547?), salió de este convento para iniciar su vida de misionero, al
incorporarse al grupo de religiosos que fray Nicolás de Albalate, como
procurador de la congregación seráfica de Yucatán, se había encargado de reunir
para cuidar de la instrucción y conservación de las naturales de la península
maya. En 1549 parte con Nicolás de Albalate y cinco franciscanos más hacia el Mayab, en las recién descubiertas tierras de México, donde los conquistadores y colonos, conforme
concluían las guerras con los pueblos nativos, requerían misioneros para
cristianizar a los indígenas.6
En junio de 1562 Landa llegó a Maní. Ante la aparente implicación de
muchos de los caciques, principales, sacerdotes y maestros de escuela, procedió
a incoar un proceso de carácter inquisitorial. Estudió la situación y
estableció con los religiosos los métodos a seguir: se acordó tomar declaración
al pueblo en general y resolver la causa en un solo proceso, para excusar
costos y obviar la tardanza que supondrían muchos procesos individuales; solo
con “los principales” se procedería por vía inquisitorial individual, por
varias razones: el que hubieran vuelto a la idolatría y renegado de la fe
católica, que hubieran practicado los ritos idolátricos en lugares sagrados,
que hubieran pactado con el demonio y que hubieran corrompido la
cristianización de la gente simple. Para el desarrollo de la causa contaba
Landa con la colaboración de Bartolomé de Bohórquez, alguacil mayor de la
Inquisición ordinaria propuesto por Quijada, quien debía ejecutar sus órdenes
de prender a los indios idólatras y hacer que se cumplieran sus autos y sentencias.
Por último, se decidió que varios frailes se repartiesen por los pueblos
próximos a Maní con el fin de averiguar la propagación de las prácticas
idolátricas y castigar a los inculpados, debiendo enviar a los más culpables a
Maní, donde quedarían como jueces inquisitoriales, junto a Landa, fray Pedro de
Ciudad Rodrigo, fray Miguel de la Puebla y fray Juan Pizarro.
Así comenzaba uno de los procesos más crueles y salvajes de persecución
de idolatrías acaecidos en la América hispana.
Los acusados condenados fueron trasquilados, encorazados y
ensambenitados, y algunos fueron ejecutados.13 Unos 200 indios fueron castigados
con penas que iban de 100 a 200 azotes, hasta la "esclavitud" (servidumbre) por
periodos de entre tres y cinco años. Durante los procesos inquisitorios de
Landa se usaron también métodos de tortura para interrogar a los acusados e intimidarles
para evitar la sublevación y pacificar a la población civil maya (Uno de los
métodos fue la garrucha).
Landa mando detener a los gobernantes de Pencuyut, Tekit, Tikunché, Hunacté,
Maní, Tekax, Oxkutzcab y otros lugares, entre ellos a Francisco Montejo Xiu,
Diego Uz, Francisco Pacab, y Juan Pech, quienes fueron escarmentados. Además de
los ya mencionados retuvo como rehenes a 127 mujeres y varios hombres, los cuales
tuvieron que pagar 45 nueces cada uno por su libertad. En esos momentos las
nueces de cacao se cotizaban a 437 por un maravedí de oro; aunque en 1553 el
precio de 20 granos de cacao era de 1/5 de Real. Algunos cuentan que se
obtuvieron 125 000 almendras de cacao con una ganancia 4 540 pesos oro.
Durante el Auto de Fe se
destruyeron numerosos códices y pictografías prehispánicos referentes a la
cultura maya.
Landa aseguraba que
tenía evidencia de sacrificios humanos y otras prácticas “idólatras” producto de su
investigación, información que a veces se obtenía por la tortura. Sin embargo,
alguno de los presuntos sacrificados, como el encomendero Dasbatés, fueron
encontrados vivos. Los críticos de Landa demandaron el fin de las actividades
de la Inquisición dirigida por Landa.
El biógrafo de
Landa, López de Cogolludo, relató las experiencias de Landa en su primer viaje
para evangelizar a los indios mayas. En un conocido suceso de alrededor del
1549, Cogolludo cuenta que Landa, recién llegado de España, estando en una
remota aldea de la región de Cupules, después de dialogar y predicar su religión ante
un grupo de unos 300 indios, en un arrebato de furia procedió a destruir gran
cantidad de figuras y esculturas religiosas mayas.
Landa nunca dudó de
la necesidad de la Inquisición. Ya sea que la "magia" e
"idolatría" fuesen practicadas o no, Landa "estaba convencido28"
de la existencia del poder "demoníaco" en Yucatán. Landa creía en el milenarismo,29 y
deseaba la conversión de las gentes a la religión cristiana. Debía terminar con
las costumbres y tradiciones que consideraba contrarias a la fe cristiana que
predicaba; para ello, a veces, se recurría a la tortura o hasta a la ejecución
de los condenados, para así desterrar de las comunidades las "malas"
costumbres.30
Gaspar Antonio Chi (hijo de Napuc Chi),
miembro de la nobleza maya Chi chibal de Maní,
estuvo presente en el Auto de fe en su ciudad natal que duró tres meses, y fue
testigo de la labor inquisitorial de Landa por la que unos cuantos indios mayas
fueron torturados y algunos hasta la muerte. Una vez que el primer obispo de
Yucatán, Francisco de Toral, llegó a la península, como solo sabía hablar
náhuatl y popoloca, Chi se ofreció como traductor y de paso informó de la
actuación de Diego de Landa con las gentes de Maní, actuación que superaba en
dureza las instrucciones recibidas de las autoridades eclesiásticas españolas.
Con esta información el obispo de Yucatán, Francisco de Toral inició el proceso
de juicio contra Diego de Landa, que fue reclamado en España para darle
audiencia respecto a los hechos.32
Ya en España, ante el Consejo de Indias, un colegio de doctores
fue encargado de investigar la actuación de Landa. La resolución de este comité
en 1569, amonestó a Landa por su rigidez pero le absolvió de las acusaciones
que se hicieron contra él. No obstante, el obispo Toral no permitió la vuelta
de Landa a Yucatán.
https://es.wikipedia.org/wiki/Diego_de_Landa
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