Carlos Alberto Castillo Armas (
Santa Lucía Cotzumalguapa,
Escuintla 4 de noviembre de
1914 -
Casa Presidencial de Guatemala,
26 de julio de
1957). Fue un militar golpista y político guatemalteco. Presidente de
Guatemala
desde el 8 de julio de 1954 hasta su asesinato en julio de 1957 en el
interior de la casa presidencial. Fue conocido por liderar el
Golpe de Estado en Guatemala de 1954 organizado por la
CIA de
Estados Unidos.
Nació en la sureña ciudad de
Santa Lucía Cotzumalguapa, municipio de
Escuintla. Asistió y se graduó como oficial en la
Escuela Politécnica, para posteriormente entrenarse en la base militar de Fort Leavenworth,
Kansas,
Estados Unidos, donde estableció lazos de amistad con varios militares de aquel país.
En 1944 participó en movimientos contra el presidente
Jorge Ubico, y durante la
Revolución de 1944 en Guatemala derrocó al general
Federico Ponce Vaides
del poder. Esto le sirvió para ser designado como el Director de la
Escuela Politécnica. Desde este puesto, se perfiló como férreo opositor a
la dirección liberal que el país estaba tomando bajo el mandato del
doctor
Juan José Arévalo,
1 y adherirse al liderazgo del coronel
Francisco Javier Arana.
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Carlos Castillo Armas |
Entre 1950 y 1955, durante el gobierno del general
Eisenhower en
Estados Unidos, se llevó a cabo una cacería de brujas de comunistas, conocida como
Macartismo,
la cual se caracterizaba por perseguir a personas inocentes por simples
sospechas, con acusaciones infundadas, interrogatorios, pérdida del
trabajo y negación del pasaporte a los sospechosos de comunismo,
7 o encarcelados.
8 Estos mecanismos de control social y de
represión en Estados Unidos bordearon peligrosamente el
totalitarismo y métodos
fascistas.
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Uno de los principales personajes del
Macartismo era
John Peufiroy, quien fue enviado como Embajador de los Estados Unidos a
Guatemala, ya que éste era el primer país de la esfera de influencia norteamericana tras la
Segunda Guerra Mundial que incluía elementos abiertamente comunistas en su gobierno.
10 Llegó procedente de
Grecia, en donde ya había realizado una considerable actividad anticomunista, y se instaló como Embajador en noviembre de 1953;
10 para entonces, Castillo Armas, ya estaba organizando a su pequeño ejército revoucionario.
11 Tras una larga reunión, Peurifoy le dejó claro al presidente
Jacobo Arbenz que los Estados Unidos únicamente se preocupaban por remover elementos comunistas de su gobierno
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y luego reportó al Departamento de Estado norteamericano que «el líder
guatemalteco no es comunista, pero que seguramente vendrá un líder
comunista después de él»,
12 y en enero de 1954 le dijo a la revista
Time:
«la opinión pública estadounidense podría forzarnos a tomar algunas
medidas para evitar que Guatemala caiga en la órbita del comunismo
internacional».
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El gobierno de
Dwight Eisenhower
consideró un atropello que el gobierno de Guatemala se tomase en serio
los libros de contabilidad de la United Fruit Company, y lo hace saber a
Arbenz mediante Peurifoy. Arbenz pretendió pagar, como indemnización,
el valor que la propia empresa había atribuido a sus tierras.
John Foster Dulles, Secretario de Estado, y fuerte accionista de la UFCO, exige veinticinco veces más. Paradójicamente,
Jacobo Arbenz -acusado de conspiración comunista- no se había inspirado en los trabajos de
Lenin sino en los de
Abraham Lincoln para impulsar la reforma agraria mediantel el decreto 900, el cual se proponía modernizar el
capitalismo en Guatemala y era más moderado que las leyes rurales norteamericanas del siglo
XIX.
El 19 de febrero de 1954, la CIA comienza la
Operación WASHTUB, un plan para plantar armas soviéticas falsas en Nicaragua que demostrarían los nexos de Guatemala a Moscú.
Con el apoyo de los Estados Unidos, bajo el mando del coronel
Castillo Armas que se encontraba exilado en Honduras, de Juan Córdova
Cerna, director de la
CIA en Centro América, y el Cristo Negro de Esquipulas como Capitán General de la Cruzada Liberacionista, se inició la invasión.
Invasión
Poco antes de la invasión, y para prepararla, el secretario de Estado
John Foster Dulles, que era también abogado de la United Fruit, había pedido en la X Conferencia de Cancilleres de la OEA en
Caracas
una sanción política contra Guatemala. Ante la resistencia de algunos
países, Dulles se prodigó en amenazas y chantajes. Según Guillermo
Toriello, canciller de Árbenz, «al canciller de
Bolivia lo amenazaron con cancelar la promesa de un crédito de catorce millones de dólares. Al canciller del
Ecuador
lo chantajearon también, amenazándolo con no darle a su país el crédito
pendiente de ocho millones de dólares para la construcción de
carreteras».
A las 20:00 del 18 de junio las fuerzas del coronel Castillo Armas
cruzaron la frontera. Divididas en cuatro grupos, de unos 480 soldados
entraron a través de cinco puntos a lo largo de la frontera hondureña y
salvadoreña, para simular mayor número de soldados de un amplio frente y
para reducir la posibilidad de que toda la tropa entera se encaminara
por un único camino desfavorable. Además de estas tropas regulares, diez
saboteadores
entrenados en Estados Unidos fueron delante explotando los puentes
claves y cortando las líneas de telégrafo. Todas las fuerzas de invasión
fueron instruidas para reducir al mínimo encuentros reales con el
ejército guatemalteco, sobre todo para evitar dañar la imagen del
ejército nacional contra los invasores. El desarrollo entero de la
invasión fue expresamente diseñado para:
- Sembrar el pánico
- Dar la impresión de poseer fuerzas insuperables
- Atraer la población y a los militares a su lado, antes que derrotarlos
Durante la invasión, la propaganda radiofónica que transmitía
Lionel Sisniega Otero
desde la embajada norteamericana enviaba falsos informes de enormes
fuerzas que se unían a la población local en una revolución popular.
Pero casi inmediatamente, las fuerzas de Castillo Armas fracasaron
rotundamente: movilizándose a pie y obstaculizados por su pesado equipo
no dieron impresión alguna de ser una fuerza poderosa. Esto debilitó el
impacto psicológico de la invasión inicial, pues los guatemaltecos
comprendieron que no había peligro inmediato; además, uno de los
primeros grupos que llegaron a su objetivo
a
, fueron aplastados por un pequeño contingente de treinta soldados del
ejército guatemalteco y sólo veintiocho rebeldes pudieron escapar.
Una derrota mayor sobrevino al grupo de ciento setenta rebeldes que
emprendieron la tarea de capturar la protegida ciudad costera de
Puerto Barrios:
después de que el jefe de policía descubriese a los invasores,
rápidamente armó a trabajadores portuarios locales y les asignó papeles
defensivos; en cuestión de horas casi todos los rebeldes fueron muertos o
apresados, el resto huyó de regreso a Honduras. Tras tres días de
supuesta invasión, dos de los cuatro grupos golpistas de Castillo
estaban vencidos. Intentando recuperar el ímpetu, Castillo ordenó un
ataque aéreo sobre la capital al día siguiente, que fracasó puesto que
sólo un avión logró bombardear una pequeña cisterna de petróleo, creando
un fuego menor sofocado en veinte minutos.
Después de estos fracasos rebeldes, el presidente Arbenz mandó a su
comandante militar que permitiese a los rebeldes adentrarse en el país,
ya que tanto él como su comandante principal no temían al ejército
rebelde pero estaban preocupados de que si eran aplastados darían un
pretexto para una intervención abierta militar norteamericana, como ya
les había amenazado el embajador Peurifoy. La clase oficial, temerosa
del ataque norteamericano, no quiso contraatacar y derrotar la diezmada
tropa de Castillo.
b
Arbenz temió que sus oficiales intimidados pactaran con Castillo; lo
cual se confirmó cuando una guarnición entera del ejército se rindió
ante Castillo unos días más tarde en la ciudad de
Chiquimula. Arbenz convocó su gabinete para explicar que el ejército estaba en la rebelión y el 27 de junio Arbenz anunció su renuncia.
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Luego de exponer sus razones, renunció y cedió el poder al coronel
Carlos Enrique Díaz, jefe de las fuerzas armadas de la república,
convencido de que iba a garantizar la democracia en Guatemala y que
todas las conquistas sociales de la revolución iban a ser mantenidas.
Tenía la esperanza de que al salir él de la presidencia, los Estados
Unidos iban a tolerar un nuevo gobierno de tendencia izquierdista como
el suyo.
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Pero Díaz renunció a la presidencia pocos días después, y el poder
terminó en manos del coronel Castillo Armas. La caída del "Segundo
gobierno de la Revolución" fue seguida por días de desconcierto político
durante el cual se sucedieron en el mando juntas de gobierno.
https://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_Castillo_Armas